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Lo que ocurría, a mi entender, era que hasta entonces no había hallado cosa de su gusto en que emplearle, ni sentido seria tentación ni punzante deseo de trocar la divertida y risueña libertad que gozaba, por la relativa opresión de la cadena de flores, pero al fin cadena, con que se estimulan ciertas concupiscencias femeniles al cambiar de estado en aquella edad y en la esfera social en que ella vivía.

Acabó Diciembre, nos dijo adiós, y se fué, casi sin ser visto, mientras la gente corría hacia los templos a dar gracias, a pedir mercedes para el año nuevo, o se entretenía, alegre y divertida, jugándose los cuartos en polacas y loterías. Desde la noche de Navidad no fuí a la Plaza.

¿ crees? dije, divertida por los terrores de la buena anciana, cuyo principal título de gloria después del derecho de vestirse de blanco es el haberme recibido en su delantal el día de mi entrada en este valle de lágrimas. Celestina deduce de este alto hecho el derecho de reprenderme en todas las circunstancias notables, y no se priva de ejercerlo.

Este criado, el gracioso de la comedia, le dice que ha inspirado una viva pasión á una señora principal, y le lleva á una casa en donde le recibe una señora muy engalanada y de ridículos atavíos, que, en realidad, no es otra cosa que una señora del primero que llega. Esta escena contiene una sátira muy divertida de las modas usadas entonces.

Pero la parte indudablemente más divertida es la de oír, acercándose a los corrillos, los votos particulares de cada cual: éste la juzga mala porque dura tres horas; aquél porque mueren muchos; el otro porque hay gente de iglesia en ella; el de más allá porque se muda de decoraciones: esotro porque infringe las reglas: los contrarios dicen que sólo por estas circunstancias es buena. ¡Qué Babilonia, santo Dios! ¡Qué confusión!

De su aptitud especial para las personificaciones y abstracciones, da testimonio la divertida anécdota de la guerra de D. Carnaval con dama Ayuno.

De cualquier modo, la cosa no es divertida. ¡Canástoles! saltó don Alejandro entonces . Es que das por hecho que ese chico ha de serte molesto y aborrecible; y ¿por qué no ha de resultar todo lo contrario después que le trates? Porque es imposible eso, respondió Nieves con un acento de convicción tan absoluta, que dejó suspenso a su padre.

Y tuve mérito, porque la escena era divertida. ¡Cállate, hija mía, cállate!... Ese ganapán, ese perdido merecería seis meses de castillo por haberse permitido pensar en ti... ¡Si volviera el antiguo régimen! Si se nos permitiese solamente hacer que nuestros criados dieran una buena paliza a esos insolentes... acentuó la señora de Brenay, no pasarían estas cosas.

Divertida y embelesada la atención en tanta riqueza y hermosura como contienen, no sabe el pensamiento dónde fijarse, ni por dónde empezar, ni acierta a poner orden en las palabras.

¡Cuál no sería el asombro de Laura y Coca cuando, sin preparación previa a causa de su vida retirada, leyeron las noticias de El Correo de las Niñas y La Mañana! ¿Será éste el Pérez que yo he inventado? preguntaba Coca, entre divertida y fastidiada. ¡Vaya una gracia con el Pérez que inventaste! respondió Laura.