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Creía muy sinceramente, que sólo yo en el mundo tenía ojos, inteligencia y corazón, capaces de ver, de comprender y de adorar en todas sus perfecciones la belleza de ese ángel, que con cualquier otro se hallaría como extraviada y perdida, que estaba destinada á solo, en cuerpo y alma, por toda la eternidad. Sentía este orgullo inmenso, bastante expiado ya por un inmenso dolor.

2 Y se le apareció el Angel del SE

El mismo dia salieron de San Angel 200, de San Lorenzo 50: el dia antes habian salido de San Luis 150, de San Nicolas 200: el dia siguiente salieron de San Juan 150, y de la Concepcion 200.

La Villasis, apoyada en la ventana, seguía con la vista los juegos y carreras de aquel bello ángel, que ocupaba y llenaba por completo su corazón, con ser este tan grande. Era aquella niña su nieta, hija de su única hija, muerta al darla a luz cinco años antes, y huérfana también de padre.

Por estas tres comedias se pagaron 900 reales, á 300 cada una, por orden de la Reina, á petición de Jerónima de Burgos, mujer de dicho autor, pues antes sólo se pagaban á 200 reales. Cristóbal de Avendaño, actor de comedias, representó con su compañía: El labrador venturoso, El infante de Aragón, El rey Angel. Estas tres se representaron en octubre y noviembre.

2 con tal que vosotros no hagáis alianza con los moradores de esta tierra, antes habéis de destruir sus altares; mas vosotros no habéis oído mi voz; ¿por qué habéis hecho esto? 4 Y cuando el ángel del SE

Pero ¿de dónde habían sacado las personas que Ángel trataba fuera de allí, que las gentes del «gran mundo» eran unas tales y unas cuales? ¿De dónde lo había sacado su madre, que las tenía siempre entre cejas? A juzgar por lo que iba observando él en aquella muestra, ¿qué mayor llaneza, qué mayor afabilidad en el trato, ni qué mayor sencillez de costumbres?

Y al fin, dormíanse con el propósito de deshacer al día siguiente todo el mal causado, de ir por la mañana á ofrecerse á la familia, á llorar sobre el pobre niño; y entre las nieblas del sueño creían ver á Pascualet, blanco y luminoso como un ángel, mirando con ojos de reproche á los que tan duros habían sido con él y su familia.

Se sofocaba tanto, que el farmacéutico creyó prudente llevar la conversación a un terreno insignificante; pero Fortunata se las componía para volver a lo mismo, a que ella y la Delfina iban a ser uña y carne, y a que su conducta en lo sucesivo había de ser como de quien está en escuela de serafines. «Aquí donde usted me ve, amigo Ballester, yo también puedo ser ángel, poniéndome a ello.

3 Entonces el ángel del SE