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Actualizado: 1 de septiembre de 2024
¡Y con qué docilidad tan hechicera acudía la inocente a mis llamadas! Tampoco este procedimiento se pasaba de noble; pero me era muy conveniente y con ello apaciguaba ciertos síntomas de rebelión que me intranquilizaban la conciencia.
Dirá usted acaso que en sus sonetos hay algo parecido á la moral de la fábula de la hechicera Arleta; que de ello dan prueba las cuatro últimas palabras del último soneto ¡Que tétrica es la vida! Pero yo, en honor de la verdad, no descubro dicho sentimiento en usted, y si le descubro, es expresado débilmente y como ahogado en los pormenores que preceden á las dichas cuatro palabras.
Apenas hubo dicho esto, cuando alzó la voz la hospitalera, que era una vieja, al parecer, de más de sesenta años, diciendo: "¡Bellaco, charlatán, embaidor, aquí no hay hechicera alguna!
Yo no recuerdo haber leído escena tan viva como la del nigromántico, referida con épica dignidad y que produzca efecto, sino una en El Bernardo de Valbuena; pero esto se explica, porque va todo acompañado de un poderoso elemento fantástico que lo dignifica, lo hace simbólico y hasta le da un valor moral. Hablo del tremendo lance de Ferragut con la hechicera Arleta.
Demás, por lo que advirtieron, añaden que esta mañana han cogido una gitana que venir hacia acá vieron. MANRIQUE. ¿Una gitana?... ¿Y quién era? RUIZ. ¿Quién puede saberlo... pues...? MANRIQUE. ¡Cielos! RUIZ. Vieja dicen que es, con sus puntas de hechicera. LEONOR. ¿Qué dices?... Partir... MANRIQUE. Sí, sí... ¿qué te detiene? RUIZ. Señor... MANRIQUE. Pronto, o teme mi furor.
El rayo de sol la daba de lleno en el rostro, y, en medio de toda la vejez, de la descomposición, de la muerte que le rodeaba, Ramiro vio una cosa hechicera, deliciosa, toda vida, toda juventud, toda sangre, que palpitaba bajo su ansia. Era la boca, aquella boca roja de Beatriz, que el demonio carnal la había enseñado a salivar brevemente, y a ensanchar y contraer, de inquietante manera.
De conocer Martín la Odisea es posible que hubiese tenido la pretensión de comparar a Linda con la hechicera Circe y a sí mismo con Ulises, pero como no había leído el poema de Homero no se le ocurrió tal comparación. Sí se le ocurrió varias veces que se estaba portando como un bellaco, pero Linda ¡era tan encantadora! ¡Tenía por él tan grande entusiasmo! Le había hecho olvidar a Catalina.
17 Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme al dote de las vírgenes. 18 A la hechicera no darás la vida. 19 Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá. 20 El que sacrificare a dioses, excepto sólo al SE
Quemóse la trenza, pero en vano esperó días y semanas el retorno del marido, y ya desesperada, fué tanto su odio y la indignación que contra la hechicera estalló en su pecho que, decidida, salió de Sanlúcar y vínose á Sevilla, donde se presentó ante el tribunal de la Inquisición, denunciando á la bruja con todos sus pelos y señales, y haciéndose los siguientes cargos que constan en el traslado sacado de la relación del auto de fé celebrado el Domingo de Cuaresma última de Febrero del año de 1627, y que no dejan de ser chistosos.
Esto, naturalmente, desesperó á la mujer, que debía estar muy prendada de su hombre, del que no le era fácil pasarse sin su compaña, por cuanto comenzó á hacer muchas y muy activas diligencias sobre el paradero del desenamorado esposo, y viendo que sus pesquisas no le daban resultado, consultó á varias amigas, las cuales la informaron que para que volviese al hogar el marido, no tenía sino que consultar con una famosa hechicera que era especialista en tal linaje de asuntos.
Palabra del Dia
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