United States or Saudi Arabia ? Vote for the TOP Country of the Week !


A una de ellas, famosa hechicera, diola el Diablo por añadidura un rostro hermosísimo. Uno de los guardas habíale dicho, punto por punto, el delito de ambas mujeres. Ramiro escuchó entonces la adulterada historia de la conspiración por él descubierta.

Exigidle la promesa de que no vaya a ver a la señorita al menos hasta dentro de tres o cuatro días. De esta manera evitaré el peligro de ser maltratada e injuriada por ella. ¡Mathys, sed complaciente, libradme de esta inquietud, os lo ruego! El intendente, conmovido por su mirada y por su acento, inclinó un momento la cabeza, y murmuró sonriendo: ¡Qué hechicera sois! Hacéis de lo que queréis.

Es usted injusta, cruel y mal pensada dijo don Juan, poniéndose en pie y haciendo ademán de coger el sombrero para irse. Cristeta le detuvo con una sonrisa, y mirándole con la más hechicera mezcla que imaginarse puede de tristeza y ternura, repuso: ¡Si hablara usted de veras! ¡Bah!... ¡Imposible!... Además, tengo una contrata para salir fuera este verano. Pero no irá usted sola.

Con dos deditos más de altura, creía yo que no habría la menor tacha que poner, como estampa hechicera, a la nieta de don Pedro Nolasco.

No obstante el parecido con su antipático papá, era el chiquillo guapísimo, con tal expresión de inteligencia en aquella cara, que se quedaba uno embobado mirándole; con tales encantos en su persona y carácter, y rasgos de conducta tan superiores á su edad, que verle, hablarle y quererle vivamente, era todo uno. ¡Y qué hechicera gravedad la suya, no incompatible con la inquietud propia de la infancia! ¡Que gracia mezclada de no qué aplomo inexplicable á sus años! ¡Qué rayo divino en sus ojos algunas veces, y otras qué misteriosa y dulce tristeza!

FERRANDO. ¡Pues por supuesto! ... Dime con quién andas ... JIMENO. No quisieron entenderme, y bien pronto tuvieron lugar de arrepentirse. GUZMÁN. ¿Cómo! JIMENO. Desapareció el niño, que estaba ya tan rollizo que daba gusto verle; se le buscó por todas partes, ¿y sabéis lo que se encontró? Una hoguera recién apagada en el sitio donde murió la hechicera, y el esqueleto achicharrado del niño.

Y su encuentro con la vieja hechicera Hibbins, caso de que hubiera acontecido realmente, sólo vino á mostrarle sus simpatías y su compañerismo con mortales perversos y con el mundo de perversos espíritus. Ya para este tiempo había llegado á su morada, cerca del cementerio, y subiendo apresuradamente las escaleras se refugió en su estudio.

Si tienes algún medio de apaciguar á la niña, le dijo el ministro, te ruego que lo hagas inmediatamente. Excepto el furor de una vieja hechicera, como la Sra. Hibbins, agregó tratando de sonreir, nada hay que me asuste tanto como un arrebato de cólera cual éste en un niño. En la tierna belleza de Perla, así como en las arrugas de la vieja hechicera, tiene ese arrebato algo de sobrenatural.

Si los niños la rodeaban, como acontecía á veces, Perla se volvía realmente terrible en su cólera infantil, cogiendo piedras para arrojarlas á aquellos, acompañando la acción con gritos y exclamaciones incoherentes y penetrantes que hacían temblar á su madre, porque se asemejaban á los acentos de una maldición que pronunciara una hechicera en algún idioma desconocido.

El oro, la plata, el cobre, el acero y todos los metales bajo mil formas, brillan donde quiera en moles tentadoras para la multitud, miéntras que los diamantes, todas las piedras preciosas conocidas y los cristales de imitacion, incrustados en una joyería de inagotable variedad, multiplican los reflejos de la iluminacion, dándoles á las calles no qué aspecto de fantasmagoría hechicera ó prodigiosa como los cuentos de las Mil y una noches.