Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de octubre de 2025
Ángel recogió la tarjeta, y salió, con ella en la mano, del despacho de su padre; y es cosa averiguada que en cuanto se vio solo y encerrado en su gabinete, desahogó las fatigas de su pecho regando con lágrimas ardientes y devorando a besos resonantes aquella imagen fidelísima de la más hechicera «obra del demonio». ¡Resolver el conflicto!
Desde luégo, declarado había que por su nobleza podía aspirar á la mano de la más linajuda dama, sin otro obstáculo en su camino que la falta de bienes de fortuna. Por primera vez en su vida deseó tenerlos, y aunque no dudaba del amor de Constanza, sabía también que la hechicera joven no le daría su mano sin contar antes con la plena aprobación de su padre.
La Caramba, ya quería matarle, ya quería morir ella por amor de él; pero de todos modos ansiaba ser amada. Consultó a una famosa gitana hechicera, que había entonces en Madrid, y esta gitana le vendió el puñalito con puño de oro para que le clavase en el corazón de la efigie, como la Caramba lo hizo. No por eso conquistó ella el vivo y verdadero corazón de D. Jacinto.
La vieja hechicera continuó su camino con su acostumbrada majestad, pero de cuando en cuando volvía hacia atrás las miradas y se sonreía, exactamente como quien quisiera dar á entender que existía entre ella y el ministro una secreta y misteriosa intimidad.
Entraron en un patio miserable. Los pilares eran de negruzca y carcomida madera. Añoso granado retorcía su ramaje junto a un aljibe. La cal reverberante, el azul denso del cielo, y las flores rojas de las malvas en las ventanas formaban hechicera desarmonía. Atravesaron cuadras atestadas de camas y traspontines, como en los ventorrillos morunos.
Emilia, sintiendo tan cerca aquellos pasos de hombre impaciente, se turbó contrariada y confusa; pero de pronto se rehizo, mató de un soplo la luz, preparó sumas hechicera sonrisa y atrayendo hacia sí la puerta para que él no se enterase de lo que causaba su vergüenza, salió al encuentro de Julián, diciendo entre dientes y rapidísimamente a la doncella: ¡No tengo tiempo de elegir! ¡Guárdalas a escape... y di que me quedo con las siete!
Mientras hablaba con la frescachona Sabel, la fantasía de un artista podía evocar los cuadros de tentaciones de San Antonio en que aparecen juntas una asquerosa hechicera y una mujer hermosa y sensual, con pezuña de cabra.
Denso rubor, como el aterciopelado carmín de las rosas, coloreaba sus mejillas; pero en seguida, al reconocer al mancebo, una sonrisa hospitalaria, hechicera, talismánica, que mostró la blancura de sus dientes, tornó, al pronto, su semblante claro y tranquilo como la luna. ¡Ah!, ¿eres tú, señor don Ramiro? exclamó. ¡Bienvenido seas! Perdón, si ayer os hice daño con la flor, en la calleja.
Mas luégo vuelve ligera cruzando la azul esfera, de amor su sér todo henchido, á buscar el mismo nido al volver la primavera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sí; cuando de gozo henchido oiga el canto bendecido de vuestra voz hechicera, será tambien primavera para nuestro pobre nido.
Quizá sea como la hechicera Arleta, que se disfrazaba de moza y enamoraba y seducía a todos los hombres. Su hermosura, sustancial o aparente, no se puede negar. Tiziano, no hace mucho tiempo, se complació en retratarla en un cuadro delicioso.
Palabra del Dia
Otros Mirando