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Alquilaron un buen cuarto en la calle Mayor, cerca de la de Ramales, donde sus padres habitaban. Vivieron con desahogo, hasta con lujo; pero sin despilfarro. El ingenioso Sánchez y D.ª Carolina andaban un poco apurados de dinero por los gastos del primero en publicaciones, instrumentos científicos, excursiones, etc, etc. Carlota los protegía. Pero a Mario le parecía siempre poco lo que les daba.

Acudir á los tribunales es imposible, porque el negocio no lo consiente; reprochar al pérfido la negrura de su accion es desahogo estéril; con tomar una venganza nada se remedia y se aumentan los males del vengador. No hay mas que resignarse.

En el centro, o hacia el centro, estaba lo que pudiera llamarse plaza, o sea un pedazo de tierra cercado a trozos por casas, a trozos por árboles, surcado por la acequia de un molino, que se salvaba por medio de un pontón de madera. Tal pedazo de tierra sin cultivar servía de desahogo al pueblo.

»Con que ya ven ustedes cómo así, a lo tonto a lo tonto, ha venido sobre mi asilo el pan de cada día. La suscripción fija creció tanto que al año pude tomar la casa de la calle de Alburquerque, que tiene un gran patio y mucho desahogo. He puesto una zapatería para que los muchachos grandecitos trabajen, y dos escuelas para que aprendan. El año pasado eran sesenta y ya llegan a ciento diez.

Tras el desahogo del llanto, quedó fatigado, con los miembros entumecidos, como si acabase de hacer una larga marcha. No supo si había dormido o si el tiempo pasó con extraordinaria rapidez; lo cierto fue que al apartar las ardientes manos mojadas en lágrimas y erguir su cabeza, vio que era de noche.

Desgraciadamente, ese punto, que podría ser un agradable sitio de reunión, está generalmente desierto, como sucede con la ancha calle de las Nieves y plazuela de San Diego, que en lo futuro serán un desahogo para Bogotá, cuya población aumenta sin cesar, sin que la edificación progrese en la misma relación. Los libros en general dan 60.000 almas a Bogotá.

Este hecho, cuidadosamente observado, produjo en el infeliz muchacho indecible melancolía. ¡Haber comprado aquellos ojos con su mano, su honra y su nombre para que se empleasen en mirar a una silla antes que en mirarle a él! Esto era tremendo, pero tremendo, y cierto día agitó su alma un furor insano; mas no quiso manifestarlo, y lo desahogó a solas mordiéndose los puños.

Yo conversaba con Julia que había bailado de mala gana y ya no bailaba más, cuando entró en el salón tranquilo, con mucho desahogo, sonriente, con aquella expresión en la mirada de que se armaba como de una espada tendida, cada vez que se encontraba con caras nuevas, sobre todo de mujeres. Se acercó a Magdalena, le estrechó la mano y que se disculpaba por haber llegado tan tarde.

Había sufrido aquella mañana cuanto es dado soportar á la humana naturaleza, y como su temperamento no era de los que por medio de un desmayo se libran de un padecimiento demasiado intenso, su espíritu podía solamente hallar cierto desahogo bajo la capa de una insensibilidad marmórea, mientras sus fuerzas corporales permanecieran intactas.

Sintió miedo viendo á su padre correr por el camino con la escopeta preparada, ansioso de dar desahogo á su furor matando. Era terrible el aspecto de aquel hombretón siempre tranquilo y cachazudo. Despertaba la fiera en él, cansado de que lo hostigasen un día y otro día.