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La mayor había pasado una semana hablando de Ulises y la Odisea con un licenciado en letras que agonizaba lentamente, pensando en su tesis de doctor que jamás llegaría á leer en la Sorbona. Mientras tanto, Julieta escribía cartas.

Eran las fortificaciones de una guerra milenaria, de una pelea de diez siglos entre moros y cristianos por el dominio del mar azul; lucha de piratería, en la que los hombres mediterráneos diferenciados por la religión, pero idénticos en el alma habían prolongado hasta principios del siglo XIX las aventuras de la Odisea.

En esto entró Blas, el criado de Juan con la mesita, ya puesta, en que había de almorzar el enfermo. Poco después apareció Jacinta trayendo platos. Después de saludarla, Aparisi le dijo: «Guillermina me ha dado un recado para usted... Hoy no hay odisea filantrópica a la parroquia de la chinche, porque anda en busca de ladrillo portero para cimientos.

Esto es la Odisea. dijo simulando un pequeño bostezo . Ya había leído eso en Bitaubé. Era un libro con un cuchillo y un casco en la cubierta. Siendo así, le extrañaría a usted mucho si le leyese a Homero en Homero; seguramente no le reconocería. ¡Muchas gracias! no me gustan las historias de batallas. No las hay en la Odisea.

Pero el que no sepa á la vez unirse con amor á los tesoros de belleza que nuestros antepasados nos han legado, ése no llegará á sentarse en la cima sagrada del Olimpo. «Los mejores cantos dice Telémaco en la Odisea son siempre los más nuevosSi se medita un poco se comprenderá que las pasiones humanas, primera materia sobre la cual trabaja el poeta, no cambian, en lo que tienen de fundamental, con el trascurso de los siglos, y aun en la vida social, si el tiempo y el espacio establecen diferencias, no son tan grandes como á primera vista parece.

Toma Calderón la fábula de Prometeo para argumento de un drama, y toman Fenelón y Lope el asunto de la Odisea para el Telémaco y la Circe, y nada hay más característico de su época que las obras de estos tres ingenios, ni nada más extraño al sentir, al pensar y al imaginar de Esquilo y de Homero.

Calderón ha incluído en su poesía, cuyo fundamento es la Odisea, X, 135 á 574, y XII, 8 á 141, algunos rasgos de esas formas románticas de la tradición antigua, particularmente de La Jerusalén libertada, cap. 16, y de El Orlando furioso, cap. 6.º Rejuvenecida por completo con todos sus encantos se muestra en este drama la antigua fábula; pero, en lo general, bajo una forma nueva, y llevando el sello romántico.

Pero llegó un día en que, estando acampados en Jarahueca, las tropas al mando del coronel Valiente y el capitán Amiell batieron rudamente á la partida, y aquello fué un "sálvese quien pueda", por lo que Ferreiro decidió abandonar su alta jerarquía militar y volver otra vez á la legalidad, realizándolo dos días después á unas seis leguas de Guantánamo, y presentándose acto seguido á las autoridades militares de esta villa, á las cuales hizo el relato de su odisea.

La obra portentosa se hunde muy pronto en el olvido, mientras la obra bien definida, clara y armónica, como la Odisea, las Siracusanas de Teócrito, el Hermann y Dorotea de Goethe, sigue por los siglos de los siglos fresca como una rosa, reflejando la inmortal belleza del universo. Tampoco juzgo que esta armonía necesaria en la composición de la novela sea equivalente de la simplicidad.

Alvaro Luna, la Conchilla, Nati, Pepe Castro y Ramón les prometieron seguirlos inmediatamente y acompañar a la hermosa agresora en su odisea. Pero ya a la puerta de Fornos hubo deserciones. Alvaro declaró que le dolía un poco el brazo y que iba a curárselo. Conchilla, como es natural, le acompañó. La Nati, con Castro y Ramón, siguieron a pie hasta el Gobierno.