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Actualizado: 4 de junio de 2025
Al pasar de la ciudad a los bosques, se vio odiada por las mujeres, que la tachaban de soberbia y presuntuosa; todo esto engendró la impopularidad de su marido entre los compañeros, y arrastrado en parte por sus instintos aventureros y en parte por las circunstancias, la llevó a otras tierras. Continuó la narración de la triste odisea.
A mí me es imposible. Lleno de turbación, el viejo desató el lío y colocolo ante el pobre Federico que estaba desfalleciendo. ¡Abrelo, en seguida! Hízolo con dedos temblorosos. Contenía tan sólo unos pobres juguetes, bastante baratos y toscos, pero relucientes de pintura y oropel. Inútil es decir que todos llevaban impresas las huellas de la odisea que habían seguido.
Nadie osará negar estas cualidades á la Odisea y la Eneida, ni al Quijote y el Gil Blas de Santillana, á pesar de sus numerosos episodios. Guardémonos de confundir la armonía con la simplicidad de la acción, ni siquiera con la regularidad de sus partes. Es algo más profundo y espiritual que surge espontáneamente de la belleza del asunto y del equilibrio en las facultades del novelista.
¿No fué así, catedrático?... Aquí no veo mas que un pretendiente, pero este Ulises le jura que lo colgará de la misma parte si vuelve á encontrarlo en su casa. Huyó don Pedro. Juzgaba muy interesantes á los rudos héroes de la Odisea, pero en verso y sobre el papel. En la realidad le parecían unos brutos peligrosos.
Así decía con razón D. Agustín Durán, que el antiguo drama era para los españoles patriotas lo que la Biblia para los hebreos, lo que la Iliada y la Odisea para los griegos, esto es, un archivo de toda la ciencia histórica, política, moral y religiosa de la nación; un reloj que indicaba sus varias vicisitudes, su renombre y sus desdichas.
De esta suerte puede afirmarse con fundamento que la Minerva griega salió grande y armada, del cerebro de Homero; esto es, que filosofía, historia, ideas religiosas y políticas, artes de la guerra y de la paz, teatro, todo, en una palabra, se muestra, no ya sólo como germen fecundo, sino como flor que va a abrir el cáliz y a dar fruto sabroso y semilla abundante, en los versos divinos, de la Ilíada y la Odisea.
No tenía allí un blando lecho de pólipos y de algas como los esquinos del mar de las Indias, que están dispensados de industria. Encontrábase frente á frente del peligro, de las dificultades, como el Ulises de la Odisea, el cual, arrojado, traído por el oleaje, prueba de agarrarse á las rocas con sus uñas ensangrentadas.
Y como había leído muchas veces la Odisea, y recordaba sus episodios y los nombres de sus personajes, pensó Bonis: «Los cerdos y los perros que encontró Ulises al volver a Ítaca, en la mansión de Eumaios, allí estaban; pero Eumaios, el que guardaba los cerdos de Ulises, no estaba; no le había.
Porque yo me figuro, pongo por caso, que había de haber un sin número de cantos o narraciones populares sobre la guerra de Troya, y que sin duda algún sabio discreto desechó lo más y escogió lo menos y más hermoso, y, enlazándolo entre sí con artificio y orden, compuso los maravillosos poemas de la Ilíada y de la Odisea.
Todo cuanto había hecho en la semana lo contó puntualísimamente; pero ninguna parte de aquella Odisea de travesuras causó tan penoso efecto en el alma de la señorita de Rufete como estas palabras: «Estuve en casa de mi tía Encarnación, ¿sabes?..., y mi tía Encarnación y la tía Palo con ojos comían juntas; y mí tía Encarnación me dijo: «Anda, pillete, anda con tu hermana a que te dé de comer y te vista de señorito, pues bien puede hacerlo». Entonces mi tía Encarnación y la tía Palo con ojos se pusieron a hablar de ti, y mi tía Encarnación dijo que tú tienes un novio marqués que te da mucho dinero».
Palabra del Dia
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