United States or Togo ? Vote for the TOP Country of the Week !


Al comenzar la tarde, la bruma se apoderó del mar, y fuimos navegando a ciegas. El hambre, la sed y el cansancio nos impulsó a acercarnos a tierra. Hacía más de veinticuatro horas que llevábamos sin comer; teníamos las manos ensangrentadas. Aterramos en una playa desierta, próxima a un pueblecito que tenía su puerto.

Con los ojos dilatados de terror, púsose Lilí a su lado de un salto y levantó entre sus manos la lívida cabecita. Celestino le cogió en sus brazos y llevóselo apresuradamente fuera de la estancia. Quedó Lilí arrodillada en la alfombra, mostrando a su madre sus manitas ensangrentadas, tartamudeando con la opaca vibración de un terror sin medida: ¡Sangre!... Mamá... ¡Sangre!...

Tenían al animal extendido entre los dos, la mayor parte de él en carne viva ya. Volvió la cabeza D. Restituto al sentir pasos, y hallándose con su joven compañero, se puso en pie y vino hacia él con las manos ensangrentadas empuñando un enorme cuchillo. ¿Qué milagro es éste, amigo? ¡El futuro cura de Peñascosa se digna hacernos una visita!... Mira, no te doy la mano, porque ya ves cómo la tengo.

Vase y sale TEOGENES con dos espadas desnudas, y ensangrentadas las manos, y como SERVIO le ve venir, huyese y entrase dentro.

Al compás de los valses o marchas fúnebres que entonaban las bandas, contoneábanse los devotos cirio en mano; y el desfile de santos continuaba, lento, monótono, aplastante: unos, desnudos, con las carnes ensangrentadas y sin otra defensa del pudor que unas ligeras enagüillas; otros, vestidos con pesados ropajes de pedrería y oro.

Después, ensangrentadas la frente y las astas, se paseaba alrededor del circo en actitud de provocación y desafío, unas veces alzando soberbio la cabeza a las gradas, donde la gritería no cesaba un momento; otras, hacia los brillantes chulos, que pasaban delante de él, a manera de meteoros, clavándole las banderillas.

Triste cuadro se ofreció á su vista; montones de muertos y heridos castellanos y leoneses, franceses é ingleses; y mas allá, al pie de una roca, siete arqueros, con el indomable Tristán de Horla en el centro, heridos todos pero no vencidos todavía, blandiendo las ensangrentadas espadas y saludando á sus salvadores con un grito de bienvenida.

Sintió de pronto dos dolores agudos, como una herida gemela hecha con dos armas a un tiempo: distinguió una tijera enorme que sobre ella se cernía; vio caer al suelo dos alas de paloma blancas y ensangrentadas; y sin ser poderosa a más, cayó ella también, pero de prodigiosa altura; no al suelo del jardín, sino a un precipicio, una sima muy honda, muy honda.... Allá en el fondo ardían dos lucecicas, y la miraban unos ojos compasivos de mujer vestida de blanco.... Ni más ni menos que caía en la gruta de Lourdes... no podía ser otra; estaba tal como la había visto en la iglesia de San Luis en Vichy; hasta la Virgen tenía los mismos rosales, los mismos crisantemos.... ¡ay, qué fresca y hermosa era la gruta, con su manantialillo murmurador!

Este mismo Bárcena era el jefe de la mazorca que acompañó a Orive a Córdoba, y que en un baile que se daba en celebración del triunfo sobre Lavalle, hacía rodar por el salón las cabezas ensangrentadas de tres jóvenes cuyas familias estaban allí.

Pensó Fernando al examinarle que tal vez llevaba en sus maletas algunas fotografías de bellezas profesionales de París con dedicatorias de pasión: «À mon cher coco de Buenos Aires». Los hermanos pequeños exhibían regocijados varias panderetas adquiridas recientemente, con suertes de toreo pintadas en el parche, y algunas banderillas ensangrentadas procedentes de la corrida de la tarde.