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No lo sentirán mucho las buenas gentes de Salem, pues aunque me he empeñado en llegar con mis tareas literarias á ser algo á los ojos de esos paisanos míos, y dejar una memoria grata de mi nombre en esa que ha sido cuna, morada y cementerio de tantos de mis antepasados, nunca encontré allí la atmósfera genial que requiere un hombre de letras para que se sazonen debidamente los frutos de su inteligencia.

Era sin duda una idea grandiosa pensar que el destino de las naciones debía revelarse en estos sorprendentes geroglíficos en la bóveda celeste. Entre nuestros antepasados era una creencia muy extendida, indicando que su naciente comunidad estaba bajo la custodia especial del cielo. Pero ¿qué diremos cuando un individuo descubre una revelación en ese mismo libro misterioso dirigida á él solamente?

Apenas se han sucedido ciento cincuenta generaciones de hombres desde que verificaron nuestros antepasados los primeros actos cuyo testimonio haya llegado hasta nosotros. Antes de esta época, únicamente inciertos monumentos nos revelan la existencia de nuestra raza. La historia de la montaña inanimada, en cambio, está escrita en visibles caracteres hace millones de siglos.

Siguiendo su mirada y sintiéndose incapaz, bajo la viva emoción, de formular algún concepto cortesano, Ramiro profirió: Son nuestros antepasados: los Aguilas, claros varones y mujeres, que murieron hace mucho. Hizo una pausa y continuó: ¡Nosotros también pasaremos como ellos, Beatriz!

Ya no dudó que en la carrera de las armas, siguiendo el ejemplo de sus antepasados, pudiera ser tan útil a Dios y a la Santa Iglesia como en el claustro o en el púlpito. Diose entonces a descifrar los añejos pergaminos de su familia y a leer la historia de los grandes capitanes de Roma y España.

En los valles de las grandes montañas del Asia central dicen los sabios que fué donde aquellos antepasados nuestros, á quienes debemos los idiomas europeos, llegaron á constituirse por vez primera en tribus cultas, y en la base meridional de las montañas más altas del mundo es donde viven los indios, aquellos arios á quienes su antigua civilización concede una especie de derecho de primogenitura.

A veces, cuando nos cuentan escenas de guerras antiguas, horribles episodios nos recuerdan lo que debió ser la vida de nuestros antepasados los trogloditas, y lo que sería la nuestra si ellos no nos hubieran preparado días más felices que los suyos.

La vida de aquellos rústicos antepasados, que nos sentimos inclinados a considerar personajes prosaicos de esos hombres cuya sola ocupación era cabalgar alrededor de sus propiedades, que se iban volviendo cada vez más pesados sobre sus monturas y pasaban el resto de sus días satisfaciendo de un modo despreocupado sus sentidos embotados por la monotonía , su vida, digo, tenía, sin embargo, algo de patética.

Gobernador ciertos asuntos; y haciéndole cargo del motivo que tenia para no dar paso á la ciudad de los españoles alzados, y porque guardaba secreto en una cosa tan sabida, me respondió, que desde sus antepasados tenia obligacion de guardar sigilo, y de negar el camino como dueño de él.

Si llegaban los prusianos, ¿qué podían hacerles?... Obedecerían sus órdenes sin intentar ninguna resistencia, y á un pueblo que obedece no es posible castigarlo... Todo era preferible antes que perder unas viviendas levantadas por sus antepasados y de las que nunca habían salido. En la plaza vió, formando un grupo, al alcalde y los principales habitantes.