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Actualizado: 12 de noviembre de 2025
Si ha existido espíritu en los Nuezvanas, la historia lo dice. Sí... pero Inesita no se va a casar con la historia, con un Nuezvana pasado, sino con uno viviente, que acaso no llegue a entrar en la inmortalidad, como sus antepasados.
El padre de familia volvía a ser huésped invisible del hogar que había habitado, para recibir en él todos los días las primicias de la comida de la tarde y gozar del cariño fiel de sus hijos y de su viuda. ¡Desgraciado el que faltaba al deber de alimentar a sus antepasados!... ¡Desgraciado el que no era alimentado por sus descendientes!...
Volvió á tender el brazo, como poco antes, contemplando su puño cerrado. Luego sonrió, con aquella sonrisa de sus antepasados que daba á su rostro una fealdad mogólica. ¡Fábulas de la tradición, invenciones de los novelistas para halagar al público en su sensiblería igualitaria! El fuerte siempre es el fuerte.
La historia de la isla de Mindanao constituye para las armas españolas su más gloriosa página desde la ocupación del Archipiélago filipino por nuestros antepasados.
Mostró vivo interés por mi familia, se rió en grande cuando hablé de los retratos con cabellera de Elsberg, existentes en nuestra galería de antepasados y redobló su risa al oír que mi expedición a Ruritania era secreta. ¿Es decir que tiene usted que visitar a su depravado primo a escondidas? dijo. Al salir del bosque nos hallamos ante un rústico pabellón de caza.
Al hablar de la familia estuvo profundo y elocuente. Para el padre Ortega lo que constituía la familia era el respeto y el amor a la tradición, el respeto y el amor a los antepasados.
Ahora los leñadores no se andan con tantos miramientos como sus antepasados, especialmente cuando no derriban bosques que sirven de valladar á los aludes. Basta con que puedan explotarlos útilmente, es decir, ganando con la venta de la madera más de lo que les cuesta la corta y el transporte.
¡Qué efecto no producirían en nuestros artistas, en nuestros capitanes y literatos los esplendores de las grandes ciudades italianas al visitarlas por vez primera! ¿Cómo extrañar entonces que nuestros antepasados enamorándose de aquellas bellezas, se deleitaran con su estudio y ansiasen la posesión de aquellas preciosidades para transportarlas á sus opulentas mansiones españolas!
En un rincón, en el fondo del cual los remolinos han depositado una capa de barro, las nenúfares extienden sus anchos discos, donde el agua produce reflejos de perlas, y sus hermosas flores blancas que para nuestros antepasados los egipcios é indostanos, representaban el símbolo de la vida.
Dada la disposición de aquellas casas, con sus grandes patios, con sus galerías altas abiertas, sin puertas de cristales; ¿cómo se defenderían del frío nuestros antepasados, preguntará alguien? Pues en nuestro concepto con grandes braseros de azofar, de cobre ó de plata y con enormes chimeneas, en cuyos hogares ardían cargas de leña.
Palabra del Dia
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