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Actualizado: 12 de julio de 2025
Este hermano mayor era nada menos que el marido de doña Inés y yerno de don Paco, el ilustre don Alvaro Roldan, uno de cuyos antepasados había costeado la imagen de la Virgen, así como la de Santo Domingo, obras ambas de Montañés, según se jactaban de ello los naturales de Villalegre.
Pero mientras daba vueltas en sus ocupaciones, no pudo menos de pensar más de una vez en aquel desconocido que era el primero que había saludado su despertar en su nueva existencia. La familia de Candore, cuyos antepasados habían tenido derecho de alta y baja justicia en el territorio de ese nombre, se componía de tres personas: la condesa y sus dos hijos, Blanca y Raúl.
Yo ostentaba una túnica de brocado azul obscuro abotonada a un lado, con el peto ricamente bordado de dragones y flores de oro, encima de una sobrevesta de seda de un tono azul más claro, corta, amplia y fofa; las calzas, de satén color de avellana, descubrían ricas babuchas amarillas, pespunteadas de perlas y un poco de la media sembrada de estrellitas obscuras, y a la cintura, en una linda faja recamada llevaba metido un abanico de bambú, de los que ostenta el retrato del filósofo La-o-Tsé, y son fabricados en Lwatón; y por esas misteriosas correlaciones con que el vestido influye en el carácter, yo sentía ya dentro de mí ideas e instintos chinescos; el amor a los ceremoniales meticulosos, el respeto burocrático a las fórmulas, un abyecto terror hacia el emperador, el odio a lo extranjero, el culto por los antepasados, el fanatismo de la tradición, el gusto por las cosas azucaradas.
Y luego, y es por lo que no paso, a esa ligera modificación la llamas deshonra ¡Qué exageración y qué absurdo! Mis antepasados poseían el derecho de pernada, y aquellas doncellas sobre las cuales ejercían el derecho lo tenían a mucha honra. Y tus antepasados, quiero decir los obispos de entonces, sancionaban aquel derecho, sin escandalizarse ni hacer melindres.
Los Santos Patronos recomendados por los misioneros vinieron a substituir a los antiguos Anitos representantes de sus antepasados, que hacían intervenir en su antigua idolatría en todas las circunstancias de la vida.
Y emprendía el viaje de París a Sevilla, pensando con orgullo en su padre y sus abuelos, que habían sido capitanes de los «judíos» de la Macarena, y en él mismo, que proporcionaba nueva gloria a esta herencia de los antepasados. En un sorteo de la Lotería Nacional había ganado diez mil pesetas, y toda la cantidad por entero la dedicó a un «uniforme» digno de su graduación.
Era la niña mimada de las matronas, que narraban con cariño anécdotas de mis abuelos y bisabuelos y de otros antepasados cuyos hechos y proezas debían haber sido muy notables, para que aquellas bondadosas marquesas hablaran de ellos con tanto entusiasmo.
El vago reflejo de una magnificencia que vivía en el recuerdo, una imitación pálida y débil de lo que habían presenciado en el viejo Londres, no diremos de una coronación real, sino de las fiestas con que se inaugura el Lord Corregidor de aquella gran capital, podría trazarse en las costumbres que observaban nuestros antepasados en la instalación anual de sus magistrados.
Acordaos cuando Amán, no solo á nuestros antepasados sino á otros muchos hebreos esparcidos por varias provincias, mandó quitar la vida en el afrentoso suplicio de la horca, i que al fin Dios dispuso de él que fuese colgado en la que tenia preparada para nuestro padre Mardoqueo.
Cuando se siente amor al arroyo, no produce bastante satisfacción el mirarlo, estudiarlo y pasear por sus riberas; se siente la necesidad de mayor intimidad con él, sumergiéndose en sus aguas. Como nuestros antepasados, nos convertimos en tritones.
Palabra del Dia
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