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Actualizado: 12 de julio de 2025


O nosotros impondremos á España las sanas costumbres y creencias de los antepasados, ó nos aislaremos como ciertos pueblos de América, que viven felices, gobernados por el Sagrado Corazón de Jesús. Allí están los que dirigen y son gente que lo entiende: allí se prepara el porvenir.

No obstante, esas cavernas sombrías, en donde hasta acompañado de un guía y sin perder de vista los lejanos reflejos del sol, sentimos el corazón oprimido por el terror, eran los antros que habitaban nuestros antepasados.

Se creía hasta hace poco tiempo que era algo extraño a las fuerzas que obran dentro de nuestra naturaleza física. ¡Error profundo! Uno de tantos sueños como han turbado la mente infantil de nuestros antepasados. La moral es el resultado de una de tantas combinaciones en que descansa el desarrollo orgánico del animal humano.

Bastan las anteriores citas para que nuestros lectores juzguen de la consideración que tuvieron nuestros antepasados á los infelíces á quienes la fuerza bruta de las armas sumió en las desventuras de la esclavitud.

Así es que la mayor parte de los vecinos de Valladolid detestan las deliciosas alamedas con que la autoridad pública los ha obsequiado, y en vez de ir á buscar allí el sol, el aire puro, los perfumes y las alegrías de la vegetacion, y los rumores de las aguas, prefieren aglomerarse bajo los sombríos portales del centro, ó errar perezosamente en las calles infectas y tristísimas donde se pudrieron sus antepasados en el mismo abandono.

Esta agresión no sólo es un atentado directo contra la sociedad, sino que es un atentado todavía más directo contra la familia. "La propiedad, la herencia y el patrimonio, ¿qué son sino el culto de los antepasados y el amor a los hijos?

Nos esperaban guardias y lacayos formados en largas hileras; y dando la mano a la Princesa subí con ella la gran escalera del regio edificio, morada de mis antepasados, de la cual tomé posesión como Rey coronado. Me senté después a mi propia mesa, teniendo a mi derecha a la Princesa, al otro lado de ésta a Miguel el Negro y a mi izquierda al venerable cardenal.

Desde allá arriba, el bandolero ennoblecido por sus propios crímenes y los de sus antepasados podía vigilar las llanuras cercanas y los barrancos y desfiladeros de la montaña.

Nuestros otros antepasados, los arios de Asia, adoraban las aguas corrientes, y desde el origen de las edades históricas, fueron objeto de un culto verdadero.

Había recibido de sus antepasados una de esas bellezas rebeldes que lo resisten todo, incluso el hambre. Se ha visto a presos que engordaban en su calabozo hasta la hora de la muerte. A la edad de cuarenta y siete años, la señora de la Tour de Embleuse conservaba aún, hermosos rasgos de su juventud. Aun tenía el cabello negro y treinta y dos piezas en la boca capaces de triturar el pan más duro.

Palabra del Dia

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