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Tampoco se creían obligados, cuando representaban sucesos de tiempos más modernos, á ser topógrafos escrupulosos, ó pararse en otros melindres de igual género.

Y desde aqui te prometo, Que si conduces á efeto Mi amorosa voluntad, De darte la libertad, Y serte amigo perfeto. En todo lo que quisieres, He, señor, de complacerte, Por ser tu esclavo, y por verte Que melindres de mugeres Te traigan de aquesta suerte. De qué nacion es la dama Que te enciende en esa llama, Sin mirar en su interes? Española dicen que es. El nombre? Silvia se llama. Silvia?

Esta parece que correspondió al fin á los deseos del hijo del Profeta: pero el bueno de Monjarras, no contento con ello, la robó de la paterna casa y la sacó de Sevilla casi por la fuerza, y sin pararse en melindres, como persona apasionada y de alientos que era.

Pues bueno: yo soy Juan Claridades; después de atender a todo lo del día, me ha sobrado una peseta. Téngala... Por Dios, señá Benina dijo Frasquito palideciendo primero, después rojo. No haga melindres, que le vendrá muy bien para que pueda pagarle a Bernarda la cama de anoche. ¡Qué ángel, santo Dios, qué ángel! Déjese de angelorios, y coja la moneda. ¿No quiere? Pues usted se lo pierde.

Díxele que me mataria, y me respondió riéndose que ninguna se mataba por esas cosas, y que estaba acostumbrado á semejantes melindres, y se fué dexándome como un xilguero en jaula. ¡Qué situacion para la primera reyiia del universo, y mas para un corazon que era de Zadig! El qual se hincó de rodillas al oir estas razones, regando con sus lágrimas las plantas de Astarte.

Pues yo me río de ellos y de sus azotes, salmos y melindres, dijo Tristán. ¿Á quién aprovecha la sangre que derraman? Déjate de simplezas, Roger, que después de todo esos frailes pueden ser muy bien como algunos que y yo conocemos, ¿eh? Más les valiera dejar tranquilas sus espaldas y no meterse á redentores sino ser algo más humildes, que á la legua se les trasluce el orgullo.

Benina, que le leía en el rostro la inanición, gastaba menos etiquetas que su señorita, y le servía con brusquedad, riéndose de los melindres y repulgos con que daba delicada forma a la aceptación.

No se detuvo en melindres hipócritas, ni preparó el terreno, ni dejó trascurrir siquiera el tiempo de cortesía, como hacen la mayor parte de las madrastras; desde el primer momento reveló que Miguel no le agradaba y le declaró la guerra; por lo menos tuvo el mérito de la franqueza. Aquél tardó bastante tiempo en recoger el guante.

Y la verdad fue que con esto se sosegó un tanto, porque le gustaban los mimos, y que se molestaran por él, y que le dieran tertulia cuando estaba desvelado. ¡Y cómo se hacía el nene, cuando su mujer, con deliciosa gentileza materna, le cogía entre sus brazos y le apretaba contra para agasajarle, prestándole su propio calor! No tardó Juan en aletargarse con la virtud de estos melindres.

Me curaba muy poco de que pudiera llevar en la cara las huellas de la tempestad que aún no se había calmado dentro de ; me era indiferente que mi casi encierro con aquél hubiera o no chocado a los demás tertulianos..., ¡pues podían venírseme con melindres de beata los que me estaban enseñando a pactar con el demonio para venderle la conciencia!