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Actualizado: 9 de julio de 2025
Los cambistas y negociantes estaban sentados ante las mesillas cargadas de dinero; otros vendían copas de metales preciosos; por el suelo había cestas de panes, jaulas de palomas, y en el centro resaltaba la figura de Jesús divina e imponente, vestido con túnica tan blanca como la luz misma, echando de allí a los que profanaban la casa del Señor.
Recorro aquel encantado bosque de columnas, silencioso y sombrío como las poéticas florestas del Eufrates; respiro la fragancia del ámbar y del aloe quemado bajo sus incorruptibles techumbres de alerce, suave al embriagado olfato como el aroma que exhala de sus verjeles la gran ciudad edificada sobre las ruinas de Seleucia y Ctesifon reunidas; báñome todo en la templada luz que por las naves difunden multitud de lámparas reflejando en el terso pavimento, en los bruñidos jaspes de las columnas y en las portentosas labores del santuario; no diviso ya ni aquella catedral, obra de nazarenos, que un momento há se alzaba en medio de la gran mezquita, interceptando mi vista ansiosa de abarcar su primitivo conjunto; ni aquella multitud de capillas y altares, obra indiscreta y confusa de todas las épocas y gustos reunidos, capillas y altares odiosos al fiel muslim que ve erigidos en ellos otros tantos ídolos; ni los infinitos sepulcros que profanaban la santa casa donde no osó mandarse enterrar ningun Califa: veo la gran rival de las mezquitas de Damasco, Bagdad y Jerusalen, restituida por ensalmo á su primitivo destino, y dando al olvido mi orígen, mi siglo y mi fé, me encuentro trocado en fervoroso y entusiasta islamita.
Le faltaba el gusto de las artes plásticas; y, sin atreverse a decirlo, opinaba que los cuadros, aunque fuesen de grandes pintores, profanaban las iglesias. Del dogma le gustaba la teología pura, la abstracción, y al dogma prefería la moral.
El bandido se sobrecogió de terror porque imaginó al principio que el viejo guarda, o lleno de envidia por la ventura que otros iban a lograr, o enojado porque le profanaban su mansión, donde el día antes había estado todavía de cuerpo presente, venía ahora capitaneando una legión de demonios para llevárselo al infierno.
Llegó esta opresion á tanto extremo, que les quitaban las mujeres y los hijos para instruirles en su secta. Profanaban los templos y monasterios tan antiguos, donde habia depositados tantos cuerpos de Santos, y grande memoria de nuestra primitiva Iglesia que tanto floreció en aquellas Provincias, trocando el verdadero culto en falsa y abominable adoracion de su profeta.
Palabra del Dia
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