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Actualizado: 28 de julio de 2025
Debía Chichoy decir cosas terribles porque hacía gestos asesinos con su soplete y ponía cara de tragico japonés. ¡Digan ustedes que se finge enfermo porque tiene miedo de salir! Como le vea... Al maestro le atacó otra violentísima tos y acabó por suplicar á todos se retirasen. Sin embargo, prepararse, prepararse, decía el pirotécnico. Si quieren forzarnos á matar ó á morir...
Siguiendo tu comparación, pues que transformas a Pepita en crisol, y a Luis en metal, yo buscaré o tengo buscado ya un fuelle o soplete utilísimo, que contribuya a avivar el fuego para que el metal se derrita pronto. Este soplete es Antoñona, nodriza de Pepita, muy lagarta, muy sigilosa y muy afecta a su dueño. Antoñona se entiende ya conmigo, y por ella sé que Pepita está muerta de amores.
En la platería donde se hospedaba Plácido Penitente, se comentaban tambien los acontecimientos y se discutían con cierta libertad. ¡Yo no creo en los pasquines! decía un obrero delgaducho y seco á fuerza de manejar el soplete; ¡para mí es obra del P. Salví! ¡Ejem, ejem! tosió el maestro platero, hombre muy prudente que, temiendo pasar por cobarde, no se atrevía á cortar la conversacion.
¿Ja? ¡Rayo! exclamó Chichoy, buscando con los ojos un arma y no viendo ninguna, cogió su soplete. El maestro se sentó; le temblaban las piernas. El crédulo ya se veía degollado y lloraba de antemano por la suerte de su familia. ¡Ca! dijo el escribiente; ¡degüello no va á haber! El consejero del é hizo una seña misteriosa está por fortuna enfermo. ¡Simoun! ¡Ejem, ejem, ejjjem!
Palabra del Dia
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