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Actualizado: 26 de junio de 2025
Por otra parte, desde los principios del año de 1780 se vieron en todas las ciudades, villas y lugares del Perú, pasquines sediciosos contra los ministros, oficiales y dependientes de rentas, con el pretesto de la aduana y estancos de tabaco.
No porque en los pueblos de españoles faltase la alteracion y recelo que ofrecia el numeroso vulgo, sino porque el riesgo parecia menos egecutivo, aunque diariamente se fijaban pasquines y se oian canciones á favor de Tupac-Amaru, contra los europeos y el gobierno. Agitado el cuidado de los vireyes de Lima y Buenos Aires, los Exmos.
Estos tales solamente concurrian á aquel acto para emular á los que enseñaban, que eran europeos, y á formar diferentes críticas sobre sus operaciones, al mismo tiempo que con insolencia fijaban pasquines opuestos á la corona, censurando el gobierno del corregidor y demas jueces.
Pocos días después aparecieron en Avila los pasquines sediciosos, y aunque don Alonso, prevenido y aconsejado por el mismo don Diego, habíase marchado la víspera a la corte, el señor de San Vicente y su esposa, en una plática de sobremesa, soplaron su nombre al doctor Pareja de Peralta, alcalde de corte enviado por el Rey.
El 16 de Mayo hiciéronse por algunos correr las voces de que los moriscos preparaban un motín para levantarse en armas de acuerdo con los de Córdoba, y en dicho día aparecieron en la iglesia de Santa Ana, de Triana, y en otros puntos, pasquines dando la voz de alerta á las autoridades, con lo cual se consiguió alarmar la ciudad, comenzando enseguida diligencias y pesquisas en contra de los moriscos, los cuales, en realidad, nada habían hecho, ni ningún proyecto tenían de turbar la paz de la ciudad.
Allí se había encontrado con don Enrique Dávila, encerrado ahora en el castillo de Turégano por la conspiración de los pasquines; con Valdivieso, con Heredia, con los hermanos Verdugo, con Antonio Muxica, y muchos otros conocidos, sin exceptuar a Gonzalo y Pedro de San Vicente.
Todo lo que pudo saber era que se encontraron pasquines en las puertas de la Universidad, pasquines que el Vice Rector mandó arrancar para enviarlos al Gobierno Civil. Decían que estaban llenos de amenazas, degüello, invasion y otras bravatas. Sobre este hecho hacían los estudiantes sus comentarios. Las noticias venían del conserje, éste las tenía de un criado de Sto.
Sanz, todo era fuego para castigar la insolencia de los sediciosos, y Flores, todo circunspeccion y flema en contemplarlos, cuya conducta, mormurada generalmente, ocasionó pasquines denigrantes á su honor, tildándole de cobarde, atreviéndose á decir, era afecto al partido de la rebelion: y llegó á tanto la osadia del público, que expresó sus sentimientos con satíricos versos y groseras significaciones, enviándole á su casa, la misma noche del ataque del 16, una porcion de gallinas, sin saber quien habia sido el autor de este intempestivo regalo.
Si lo que dicen los pasquines está en armonía con nuestra dignidad y nuestros sentimientos, quien quiera que los haya escrito, ha obrado bien, ¡debemos darle las gracias y apresurarnos á unir á la suya nuestras firmas! Si son indignos de nosotros, nuestra conducta y nuestra conciencia protestan por sí solas y nos defienden de toda acusacion...
Nada, hombre, nada más que estudiantes. Basilio recobró su serenidad. ¿Qué ha pasado, pues? se atrevió á preguntar. Se han encontrado pasquines subversivos, ¿no lo sabía usted? ¿Dónde? ¡C ! en la Universidad. ¿Nada más que eso? ¡P ! ¿qué más quiere usted? preguntó el catedrático casi furioso; los pasquines se atribuyen á los estudiantes asociados, pero, ¡silencio!
Palabra del Dia
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