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Actualizado: 16 de junio de 2025


Por la mañana al despertarnos, Germán les gritaba: ¡Chiquitines! Y los pájaros venían volando hasta nuestra cama y se comían el alpiste y los cañamones que tenían preparados en la mesa de noche. Celebrose con risa esta aptitud singular del amo de la casa. Tristán, pensativo y con acento concentrado, dio la explicación metafísica del fenómeno.

Sorprendió a Rufita González en enaguas y en pernetas, huyendo por el pasillo al conocer la voz de los que llamaban, después que su madre les había abierto la puerta. Tuvieron que esperarla un buen rato en la sala, que era pequeñita, como toda la casa desde el portal, y vieja, por supuesto, con puertas acuarteronadas, cerraduras y pestillos enormes, y vidrios muy chiquitines, donde los había.

Cierto es que la miserable condición de Pepillo, enfermizo y lisiado, explicaba muy bien los mimos y consentimientos de sus padres. Muchas veces les decir dolorosamente: Si este niño tuviera salud y robustez como esos chiquitines que pasan por ahí... ¡aunque fuésemos tan pobres como un mendigo! Pepillo era en aquella casa tristeza y dolor. Gabriela, felicidad y alegría.

A falta de grandes hombres pensé , se arreglarían con hombres medianos, y hasta con hombrecitos chiquitines. Y de situar esta hipótesis en el porvenir a trasladarla al presente no había más que un paso. No son los grandes hombres quienes hacen a los escultores, sino los escultores quienes hacen a los grandes hombres. Se van por las capitales de provincia y trabajan el artículo.

Tía Carmen, sentada en su sillón y muy aliviada de sus males, nos contempla y sonríe; tía Pepilla parece una abuela bondadosa y tierna; tu papá charla y se goza en nuestra dicha, y mientras y yo estamos en el comedor y preparamos una sorpresa al santo sacerdote, poniendo entre los pliegues de su servilleta los retratos de la gente menuda, allá, en el fondo del jardín... dos chiquitines inteligentes y guapos, muy vestidos de gala, una niña que se parece a , y un rapazuelo que se parece a corren en pos de un aro tintinante.

no lo sabes, pero mientras nosotros batíamos el cobre en Rennes, las galeras francesas hicieron un desembarco en Chelsea y quemaron y mataron hasta cansarse y cuando volví á mi pueblo me encontré con que entre las víctimas de sus alabardas se contaban mi madre, mi hermana y sus dos hijos, dos chiquitines que apenas sabían hablar. ¡Rayos de Dios!

Escopetazos en medio de la calle; tiros que al anochecer relampagueaban desde el fondo de una acequia o tras los cañares o ribazos cuando el odiado enemigo regresaba del campo; alguna vez un Rabosa o un Casporra camino del cementerio con una onza de plomo dentro del pellejo, y la sed de venganza sin extinguirse, antes bien, extremándose con las nuevas generaciones, pues parecía que en las dos casas los chiquitines salían ya del vientre de sus madres tendiendo las manos a la escopeta para matar a los vecinos.

No era frío, era miedo. ¿Qué diría el viejo si estuviera allí? Sus pies tocaban la barraca, y al pensar que tras aquella pared de barro dormían Pepeta y los chiquitines, sin otra defensa que sus brazos, y en los que querían robar, el pobre hombre se sintió otra vez fiera. Vibró el espacio, como si lejos, muy lejos, hablase desde lo alto la voz de un chantre. Era la campana del Miguelete.

Y allí, al lado de Chile, entraríamos ahora al Palacio de los Niños, donde juegan los chiquitines al caballito y al columpio, y ven hacer barcos de cristal de Venecia, y las muñecas que hace el japonés, envolviendo con el palitroque alrededor de una varita las pastas blandas de colores diferentes: y hace un daimio con su sable, y un Mikado de ahora, con su levita a la francesa: ¡oh, el teatro! ¡oh, el hombre que está haciendo los confites! ¡oh, el perro que sabe multiplicar! ¡oh, el gimnasta que anda a caballo en una rueda! ¡y el palacio es de juguetes todo por afuera, desde el quicio hasta los banderines del techo!

Las grandes fortunas, como los hombres grandes, se atreven a cosas que, por regla general, asustan a las fortunas pequeñas y a los hombres chiquitines. ¿Valor? No. Fuerza, peso, volumen. Además, esto de tener el dinero en acciones es, poco más o menos, como tenerlo en fichas. Uno no le concede el mismo valor que si estuviera en billetes, y se lo juega. Todo el mundo pica.

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