Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 17 de junio de 2025


Un compañero de juego le había enseñado en el Casino los pequeños cartones partidos en columnas que sirven para marcar las alternativas del «rojo» y el «negro». Varias damas extraían de sus sacos de mano, entre el pañuelo, la caja de polvos, el lápiz para los labios, los billetes de Banco y las fichas de diversos colores, que son el dinero del juego, unos documentos de igual clase.

En sus cortos momentos de ocio aparecía como hombre sosegado, indiferente, linfático; pero así que tenía las cartas en la mano, o el taco, o las fichas del dominó, adquiría su figura brío inusitado, el rostro se le mudaba, las manos se estremecían como potros refrenados, los ojos expresaban la energía recóndita de su alma. Inspiraba generales simpatías en la población y las cercanías.

Un gentleman aviejado y cada vez más flaco, que juega y pierde en los primeros días de todos los meses, dice con desesperación á los que le escuchan, cuando ve desaparecer sobre el tapete sus últimas fichas: Yo soy el lord Lewis que aparece en ese libro sobre Monte-Carlo, escrito por «Ibanez», el novelista español.

Hace usted mal le dice un mirón . Eso lo que demuestra es la fuerza de la baraja. Ya ve usted si será fuerte el encarnado, que ni a dos puede ganarle el negro. ¿Cuántos encarnados van? pregunta alguien. Cuatro. Es una racha. Hay que aprovecharla... Llueven sobre el encarnado fichas, placas y billetes. Los postores de grandes sumas las hacen asegurar.

Los tipos que se esfuerza en imaginar no son solamente defectuosos e incorrectos, son falsos. No son tipos, son fichas especiales cuyo valor ficticio queda aniquilado a la primera prueba del ensayador. Hay cien veces menos realidad moral en los caracteres de Saint-Preux, de Julia y de Volmar, que en los del Ogro y Pulgarcito.

Este producto extraordinario se usa principalmente en la fabricación de botones. Algunas cantidades de marfil vegetal se emplean para hacer cabos de paraguas, piezas de ajedrez, fichas para juegos de naipes, y otros artículos semejantes que se hacen también de marfil de colmillo de elefante; pero la mayor parte de esta substancia vegetal se dedica, como antes se ha dicho, a la fabricación de botones.

Ante los cafés, las mesas al aire libre tenían mucho parroquiano, porque la templada atmósfera lo consentía; y bajo la claridad fuerte de los reverberos bullían los mozos sirviendo cerveza, café o bavaresa de chocolate, y el humo de los cigarros, y el crujir de los periódicos que desdoblaban, y las conversaciones, y el sonido seco de las fichas del dominó dando contra el mármol, llenaban de vida aquel trozo de acera.

Y cuentan las crónicas platónicas, que antes de llegar a la mitad del segundo juego, las pobres fichas se quedaron solas. Ido se había levantado y daba paseos por la sala. Izquierdo se dejó caer sobre el sofá de Vitoria y dormía como un verídico bruto, el sombrero sobre los ojos, la boca abierta y las cuatro patas estiradas.

A eso de la una, Ballester se fue a su botica y los dos Josés a la casa de la Cava. Era domingo y ninguno de los dos tenía ocupaciones. Izquierdo mandó a Encarnación por una grande de cerveza, y sacando de una caja muy sucia el juego de dominó, extendió y mezcló las fichas para empezar una partidita.

De pronto la bola entra en un cajetín y el croupier canta el número. Doce. Rojo. Manque. Par... ¿Lo ve usted? suspira D. Salustiano . Era indudable. No hay manera humana de ganar. Y cogiendo ocho duros en fichas, los pone a una «calle». Diez y nueve, veinte y veintiuno. Ocho duros más que voy a perder me dice . No se gana nunca. Está demostrado... En efecto. D. Salustiano pierde los ocho duros.

Palabra del Dia

dermatológicas

Otros Mirando