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Ningún ser es bastante bajo para no merecer amor y hasta respeto. ¿Quién tiene razón, el espartano de la antigüedad que arrojaba á una sima los recién nacidos defectuosos, ó la madre que, aunque sea llorando, amamanta y acaricia al hijo idiota y deforme?

El plan y trazos de la misma son, sin embargo, muy defectuosos en el conjunto y desiguales en sus diversas partes; en el argumento no hay la concentración necesaria, y en su estilo se ostentan las faltas, ya censuradas, de este poeta, no una vez, sino muchas, de una manera chocante.

Siendo, pues, tan primoroso el artificio de los sylogismos, no hay que extrañar, que en tantos y tan diversos como se proponen en las funciones públicas de las Escuelas, haya muchos defectuosos, que no siendo facil desenvolverlos con el calor de la disputa, sean motivo de embrollos y dificultades, que ofuscan la verdad.

En toda esta provincia no he visto ni tengo noticia haya ningún loco ni demente; son raros los paralíticos y defectuosos y no se experimentan muchas enfermedades crónicas.

Los tipos que se esfuerza en imaginar no son solamente defectuosos e incorrectos, son falsos. No son tipos, son fichas especiales cuyo valor ficticio queda aniquilado a la primera prueba del ensayador. Hay cien veces menos realidad moral en los caracteres de Saint-Preux, de Julia y de Volmar, que en los del Ogro y Pulgarcito.

Se bautiza, y, por último, predica el Evangelio entre los paganos. También en este drama aparece una figura alegórica, la de la religión; debiendo confesarse que esta comedia es de las más inferiores, en este género, de Calderón. San Francisco de Borja. Este drama, uno de los más defectuosos de nuestro poeta, pertenece, según todas las apariencias, á los últimos años de su vida.

Hay ciertos entendimientos que parecen naturalmente defectuosos, pues tienen la desgracia de verlo todo bajo un punto de vista falso ó inexacto ó extravagante. En tal caso no hay locura, ni monomanía; la razon no puede decirse trastornada, y el buen sentido no considera á dichos hombres como faltos de juicio.

Casi todas las sueltas, especialmente, llevan en trazas indudables de la falta de conciencia y de la precipitación con que se imprimían, aunque, por otra parte, incurriríamos acaso en error, suponiendo que, para todas, ó á lo menos para la mayoría de ellas, sólo han servido textos defectuosos, como indicamos antes, puesto que, por el contrario, se desprende de su cotejo con las ediciones auténticas, que están calcadas en los manuscritos más autorizados, distinguiéndose sólo por sus yerros innumerables de imprenta, y excepcionalmente por la corrupción del texto original, si bien basta esto último para prevenirnos contra la lectura de estas impresiones sueltas, y contra las compilaciones de otras, hechas por los libreros para obtener grandes ganancias.

No es posible negar que la inundación, siempre mayor, de obras dramáticas, que invadía al teatro español, arrastraba consigo muchas composiciones medianas; pero también se puede afirmar, que, hasta los dramas peores de esta época, no fueron nunca tan defectuosos como el conjunto de las obras dramáticas de casi todas las demás naciones.

Pero, y sin querer ahora analizar qué es lo que constituye el caracter y por cuanto entra en la moralidad la educacion recibida, convengo con usted en que somos defectuosos. ¿Quién tiene la culpa de ello? ¿O ustedes que hace tres siglos y medio tienen en sus manos nuestra educacion ó nosotros que nos plegamos á todo? si despues de tres siglos y medio, el escultor no ha podido sacar más que una caricatura, bien torpe debe ser.