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Actualizado: 4 de julio de 2025
Un monólogo angustioso de Doña Mayor, diverso en las palabras del de la Doña Mencía de Calderón, pero muy semejante en los pensamientos, y en seguida la escena de la sangría suelta: DON JACINTO. Ya estás en seguro; espera, No te descubras. BARBERO. No haré. ¿Qué es esto? DON JACINTO. Yo avisaré. BARBERO. ¿Esta es fantasma ó quimera? DON JACINTO. ¡Descúbrete!
Si recibe cartas y billetes de tanto pretendiente, es por pasar el rato y tener un motivo más de risa y fiesta. EVARISTA. ¿Pero cómo llegan a casa...? BALBINA. ¿Las cartas de esos barbilindos? Aún no lo sé. Pero yo vigilo a Patros, que me parece... EVARISTA. Mucho cuidado y entérame de lo que descubras... BALBINA. Descuide la señora.
1 Envíad cordero al enseñoreador de la tierra, desde la piedra del desierto al Monte de la hija de Sion. 3 Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en el mediodía como la noche; esconde los desterrados, no descubras al huido.
No las descubras, porque si las tienes hace tiempo guardadas deben de oler á podrido. Los sacerdotes tienen obligación de escuchar en confesión á los penitentes... Pero es á los que llegan arrepentidos. Yo lo estoy, padre Francisco. ¿Sí? Pues no vivas más tiempo en pecado mortal. Cásate con Soledad. Velázquez soltó una risotada. ¡Ya pareció aquello! Me extrañaba que tardase tanto.
Por quien Dios es, Sancho, que te reportes, y que no descubras la hilaza de manera que caigan en la cuenta de que eres de villana y grosera tela tejido.
Basta con que sepas que es mi objeto vivir y morir desconocido. Por lo tanto, tu marido ha de ser para el mundo un hombre ya muerto, y de quien jamás se recibirá noticia alguna. No me reconozcas ni por una palabra, ni por un signo, ni por una mirada. No descubras á nadie tu secreto, sobre todo al hombre que sabes. Si me faltares en esto... ¡ay de tí!
8 No salgas a pleito presto, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado. 9 Trata tu causa con tu compañero, y no descubras el secreto a otro; 10 para que no te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse. 15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe; y la lengua blanda quebranta los huesos. 16 ¿Hallaste la miel?
El pobre muchacho hizo como que aprobaba la idea, sonriendo, y para sí dio unas cuantas vueltas al manubrio de la lógica: «Se te ha encargado que no descubras nada; se te ha dicho que tengas cuidado con lo que hablas delante de mí, dromedario, y tú, como todos, te empeñas en meterme en la cabeza la idea de que estoy viudo. No cuentas con que mi cabeza es un prodigio de claridad y raciocinio.
Por Dios, hombre, no seas así... Mira que te perjudicas. Eres como los chiquillos. No sé de qué te valen la razón y los años. Te dice el médico que por nada del mundo te descubras, y tú empeñado en que sí... De ese modo no adelantas nada. Ten paciencia, que día llegará en que te quites ese trapajo negro y puedas mirar directamente al sol.
Palabra del Dia
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