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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Defensores de la fornicación, varios bígamos, judaizantes arrepentidos, falsos sacerdotes, un pordiosero que se hacía pasar en las aldeas por comisario del Santo Oficio y algunos gañanes que habían proferido blasfemias y juramentos, eran condenados a la pena de azotes, a prisión, a galeras.
Rodaba el coche de Gallardo con lento paso, para no atropellar a los grupos de espectadores que salían de la plaza. Estos se apartaban ante las mulas, pero al reconocer al espada parecían arrepentidos de su amabilidad. Gallardo adivinaba en el movimiento de sus labios tremendas injurias. Pasaban junto al coche otros carruajes ocupados por hermosas mujeres con mantillas blancas.
Llegó al fin la hora de la comunión; el sacerdote abrió el tabernáculo, volvióse al pueblo y bendijo a pobres y ricos, grandes y pequeños, inocentes y arrepentidos, verdugos y víctimas... Todas las cabezas se inclinaron, dobláronse todas las rodillas en el más profundo silencio... ¡Ecce Agnus Dei; ecce qui tollit peccata mundi!...
Por eso los Padres de la Compañía tenían algo de príncipes arrepentidos, ocultos bajo la sotana de la obediencia.
Parecen arrepentidos de haberme tratado hasta hace poco como un insignificante... Van a darme una fiesta en el fumadero: una fiesta íntima... en mi honor. Era una despedida de los pasajeros alegres a los amigos que se quedaban en Río Janeiro; pero por el éxito reciente de Maltrana, la dedicaban también a su persona.
Te sobra razón para no mirarme á la cara en tu vida; pero dicen que de los arrepentidos es el reino de los cielos, y tú para mí eres el cielo, ¡el cielo de la mañana con campanillas de plata!
Es lo más conveniente, para él y para ella, que el matrimonio no se realice. Es lo más conveniente en todos los sentidos, incluso el religioso. Dijiste al principio que el muchacho ya no está en condiciones de ser un buen sacerdote. En eso estás equivocado. Ahora sí que está en condiciones; ahora, que ha gustado el dulzor y el dolor de la vida. Dios prefiere a los pecadores arrepentidos.
No quedaron arrepentidos los duques de la burla hecha a Sancho Panza del gobierno que le dieron; y más, que aquel mismo día vino su mayordomo, y les contó punto por punto, todas casi, las palabras y acciones que Sancho había dicho y hecho en aquellos días, y finalmente les encareció el asalto de la ínsula, y el miedo de Sancho, y su salida, de que no pequeño gusto recibieron.
Los agresores huían, se desbandaban, y arrepentidos de su hazaña al verse solos, pensaban aterrados, con el fácil cambio de impresiones de la infancia, en aquel pájaro que lo sabía todo y en lo que les guardaba don Joaquín para et día siguiente. Mientras tanto, los tres hermanos seguían su camino rascándose las descalabraduras de la lucha.
Dejándolos ir les dejaba perecer en su perfidia; prendiéndoles en las cárceles les dió tiempo, oportunidad y luz para conocer sus delitos y llorar arrepentidos su pecado, y en todo caso así justificó Dios en los unos su causa, y lució en los otros su clemencia.
Palabra del Dia
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