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Uno de los últimos que salieron fue Gaspar Santigós, alias, el Grande o Gasparón, porque era de tremendas fuerzas, muy alto y muy fornido. Hacíanle simpático el semblante apacible, la frente despejada, el mirar franco, y era tan corpulento, que parecía Hércules con blusa.

Por esta fatalidad de los nombres de árboles en las calles donde vivieron, parecían pájaros que volaban de rama en rama, dispersados por las escopetas de los cazadores o las pedradas de los chicos. En una de las tremendas crisis de aquel tiempo, tuvo Benina que acudir nuevamente al fondo de su cofre, donde escondía el gato o montepío, producto de sus descuentos y sisas.

Y el desdén de los poderosos, de los burgueses; la soledad y el dolor. ¿Vale la pena afrontar todas estas tremendas larvas de la desgracia por haber hecho un soneto corto, según la opinión de un director de revista? El vicio de la literatura resulta demasiado caro. Forondo se ha muerto. Yo le estimaba; estaba siempre triste, estaba siempre fracasado. Me inspiraba el afecto de la desventura.

Los vecinos de Animalejos, poco peritos en efemérides histórico-religiosas, decían que la ermita se arruinó en el primer tercio del siglo XVI, con motivo de la guerra de las Comunidades, que tantos desastres causó en Castilla la Vieja, y aun en Castilla la Nueva; pero los vecinos de los pueblos cercanos les daban matraca llamándoles, no se sabe por qué, «los que arcabucearon al Santo»; insulto que sacaba de sus casillas á los animalejeños y daba ocasión á tremendas palizas.

Al salir á una llanura abierta en la selva enana, se sentó en el suelo, admirando la suavidad del césped. Lo mismo era pasar allí la noche que en la embarcación. No hacía frío, y además él estaba abrumado por el cansancio y por las tremendas emociones sufridas en el mar.

Los personajes que entonces crea, exuberantes de vida poética, con cierta poesía salina y acre, tienen no qué grandiosidad y fiereza primitiva, crecida y educada con los arrullos y las tremendas caricias del mar resonante. Tremontorio y el Tuerto, el Lebrato y el Josco, son figuras de tal potencia y resalto, que en vano se les buscaría competidores aun dentro de las obras mismas de Pereda.

Cosas tan tremendas como desconocidas para él hasta entonces, la venganza, la protesta, la rebelión, la terquedad de no reconocerse culpable, penetraron en su alma. Por breve tiempo la ocupaba el miedo, y lágrimas de fuego escaldaban sus mejillas; pero pronto la ganó por entero el instinto de defensa.

Las mías han sido tan tremendas, que el día que me tocaba, no podía menos que compararme a San Pedro Mártir, con el hacha clavada en la cabeza. Pero de algún tiempo a esta parte se me alivian con jamón». ¿Cómo es eso?... ¿aplicándose una tajada a la cabeza? No, hija... comiéndolo... ¡Ah!, uso interno... Vale más que te retires dijo Fortunata a su marido, cuyo sufrimiento crecía por instantes.

La antorcha del saber y de la inteligencia, la férula del magisterio, el timón de la nave, el cetro de la soberanía mental están en Europa desde hace tres mil años. Ni los persas, ni los cartagineses, ni los árabes, ni los tártaros, ni los turcos, lograron arrebatárnoslos en sus ingentes y tremendas expansiones.

Si es guapo, si es rico, si es despierto y honrado, y Nieves le quiere, y en quererle y en hacerle su marido cifra su felicidad, ¿a ti qué te importa? ¿Así la pagas las distinciones con que te honra y la estimación que te da? ¿Te abrieron de par en par las puertas de Peleches para eso? ¿Está bien que entrando por ellas como amigo honrado, pretendas quedarte adentro como amo y señor de los señores mismos? ¡, obscuro villavejano, prosaico farmacéutico, gusanejo vil de la tierra, atreverte al sol mismo que con su calor te dio la vida! ¿Dónde se ha visto cosa semejante?... Paga, paga, tus deudas de esclavo, barriendo los suelos donde ella pise, y avergüénzate de haber levantado los ojos tan arriba.» ¡Carape qué cosas tan tremendas me digo en esas ocasiones; y cómo me zumban los oídos con el sonrojo, solamente con imaginarme que pudieran haberme leído tan malos pensamientos en la cara!