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D. GERÓNIMO RIPALDA: sabio jesuita que nació en 1536, y a la edad de quince años entró en el instituto de San Ignacio de Loyola: gran parte de su vida residió en Toledo, donde esplicó con lucimiento humanidades, filosofía y teología, y donde murió en 1618 a la edad de 84 años, dejando escrito el Catecismo y esposición breve de la doctrina cristiana, que aun sirve de texto en las escuelas públicas, y del cual se han hecho innumerables ediciones en España y en todas las naciones católicas de Europa, dejando también traducido el libro de Kempis Contemptus Mundi, o sea la Imitación de Cristo.

Colón había encontrado el resumen de toda la ciencia de su época en el tratado De imagine mundi, del cardenal Pedro de Aliaco, teólogo, matemático, cosmógrafo, astrólogo, y uno de los que asistieron al Concilio de Constanza, donde fue quemado Juan Huss. El ejemplar De imagine mundi le acompañaba en todos sus viajes. Las Casas había visto este libro, ya ajado y cubierto de anotaciones en los últimos años de Colón.

Sólo quedaba la pura emanación de la mente; y las ideas parecían brillar con más fuerza en la sombra, como las ascuas de los braseros. Dos días después sobrevino un hecho inesperado. Sería algo más de la una. Sentado, como de costumbre, junto a la ventana, Ramiro hojeaba al azar el Cordial, el Arte de bien morir, el Contemptus Mundi. La vidriera dejaba pasar una luz plomiza y melancólica.

Llegó al fin la hora de la comunión; el sacerdote abrió el tabernáculo, volvióse al pueblo y bendijo a pobres y ricos, grandes y pequeños, inocentes y arrepentidos, verdugos y víctimas... Todas las cabezas se inclinaron, dobláronse todas las rodillas en el más profundo silencio... ¡Ecce Agnus Dei; ecce qui tollit peccata mundi!...

A ti, que de haberle conocido joven, acaso le hubieses amado también, ¿no te espanta la horrible negación, el vacío espantoso, el abismo de ingratitud, contenidos en esas dos sílabas?... «¡Nadie!» «Sic transit gloria mundi

Y hechas estas advertencias, volvamos al asunto principal. Entramos en la iglesia. En el centro de ella, y colocado ya en las pintorescas andas, sobre una mesa, estaba San Juan con el corderito á los pies, y en la diestra la cruz con el Agnus Dei qui tollis peccata mundi, escrito sobre la flámula ceñida á ella.

La frase Agnus Dei qui tollis peccata mundi se emplea como un conjuro en el cual, cada palabra, incomprensible, tiene un carácter sagrado; de tal manera que si alguno dijera que desprecia a Qui Tolis, sería considerado como un blasfemo, porque el Qui Tolis es algo sagrado, divino.

En los mapas particulares veis menudamente lo que es un reino, ó una provincia en si misma; en los universales aprendeis á fijar estas partes del mundo en su todo; en una palabra, veis la parte que ocupa Paris ó la isla de Francia en el reino, la que el reino ocupa en la Europa, y la que la Europa ocupa en el universoPues bien: la oportuna y luminosa comparacion entre el Mapa mundi y los particulares, se aplica á todos los ramos de conocimientos.

Este himno se canta en el Vaticano, con música de Palestrina, por un coro numerosísimo, sobre la tumba de San Pedro, bajo la cúpula de Miguel Ángel. Dice la última estrofa: O felix Roma, quae tantorum Principum Es purpurata pretioso sanguine: Non laude tua, sed ipsorum meritis Excedis omnem mundi pulchritudinem.