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Actualizado: 2 de junio de 2025
El viejo abandonó su lecho dificultosamente, y creyendo que en efecto era un relámpago, abrió los postigos del balcón y miró hacia afuera: pero el cielo estaba sereno y estrellado, y la luz nocturna iluminaba las aceras. Creyó en una pesadilla y trató de detener y comprimir las ideas confusas que habían pasado por su cerebro mientras dormía.
Dificultosamente, a causa de los muchos vehículos que embarazaban la calle, avanzó el carruaje; a cada dos pasos había que detenerse, volver atrás, haciendo pesadas estaciones de vía-crucis, y a veces rodear la manzana y tomar una calle opuesta, para sufrir nueva detención en la primera esquina, ya por un carromato que no se movía, o un tranvía y un coche que habían chocado.
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vió la amenaza, y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de plano, dislocándole las vértebras. El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un instante contempló.
Por la escalera de anchos peldaños y monumental balaústre de piedra bajaba dificultosamente, con la lentitud y el balanceo con que caminan los osos puestos en dos pies, una pareja de seres humanos monstruosa, deforme, que lo parecía más viéndola así reunida: el Arcipreste y su hermana.
Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha. Perdió, luego, el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz.
No nos atrevimos á preguntar á estos indios muchas cosas, porque éramos pocos, y ellos gran número; y el pueblo era tan grande, ancho y largo, que no ví otro mayor, ni mas populoso en todas las Indias: y juzgo nos fué de mucha utilidad la peste, que si no la hubiera, escapáramos dificultosamente de tanta multitud.
Fernández Jiménez, Moreno Nieto, Castro y Serrano, Manuel del Palacio, tu pobre hermano Pepe, Antonio de la Cruz, Salvador de Salvador, Pérez Cossío, Soler, Pepe Luque, Moreno González, Pineda, e tanti altri, hoy ya viejos ó muertos, levantaron el vuelo con nosotros ó como nosotros, desde aquella deliciosa mansión, en que habíamos formado la célebre sociedad de La Cuerda, hasta las ingratas orillas del Manzanares, donde algunos seguimos viviendo juntos dos años más, bajo la denominación de Colonia Granadina..... ¡Calle del Mesón de Paredes! ¡calle de los Caños! ¡fonda del Carmen, que ya no existes! ¡ventorrillos, ventas y posadas, en que tan pobre y alegremente pernoctamos durante nuestras primeras etapas por el mundo de las Letras, de las Artes, de las Ciencias ó de la Política!..... ¿Quién os dijera que muchos de aquellos locos mozuelos que tan dificultosamente pagaban el gasto diario y tan alborotada traían la vecindad, habían de convertirse en estas graves personas que hoy se complacen en recordar, como inverosímiles leyendas, ó cual si refiriesen travesuras de sus propios hijos, aquellas graciosas cuanto inocentes calaveradas, no reñidas con el más asiduo y heroico trabajo?
Mira, oye, acércate más.... Di al canalla de Su Excelencia que no tarde en fusilarme. Ya no puedo más. ¿Te sientes mal? ¿Padeces mucho? ¿A ti te importa algo que yo padezca o no? ¡Pues sí, padezco mucho, por vida del mismo rábano!... Tengo una lámpara encendida aquí. Incorporándose dificultosamente, llevose ambas manos a los hijares.
22 Y Jesús, oído esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 23 Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico. 24 Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
Palabra del Dia
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