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Mas que a Rocchio no le tocaran al bolsillo, su punto vulnerable, porque entonces ya no respondía de mismo; salía a su defensa con aquella voz tonante, que infundía pavor cual una descarga de metralla, y levantando sus puños formidables, dispuesto a aplastar, como un insecto, al que cogiera debajo.

Si tenemos la suerte de ir acompañados del Jefe de la provincia ó Alcalde mayor, nuestra presencia será saludada con la marcha Real; si el bastón desciende de aquellas categorías, entonces nos tocarán el Mambrú ó las habas verdes.

Necesito indispensablemente cincuenta pesos, y retirar siquiera hasta mañana, mi diadema de perlas y mis brazaletes para esta noche: en cambio vendrá una vajilla de plata y cuanto tengo en casa. Debo a los músicos tres noches de función; ésta me han dicho decididamente que no tocarán si no les pago. El catalán me ha enviado la cuenta de las velas, y que no enviará más mientras no le satisfaga.

También veo la cara seráfica de Agustinito Argüelles. Dicen que este predica muy bien. ¿Ve usted a Borrull? Cuentan que este no quiere Cortes. Pero empiece de una vez la función ¡qué pesados son! Aquí como no se paga la entrada, no hay derecho a impacientarse. Ya está dispuesta la presidencia. ¿Tocarán un pito para empezar? Yo tengo una curiosidad por oír lo que digan... Y yo.

Sólo se reunían a la hora de la mesa y cuando él no salía a la calle no permitía el menor ruido, ni que tocaran el piano las niñas; las ventanas debían estar siempre cerradas y la puerta no se abría, sino a muy contadas personas. Ni visitas, ni teatros; muy pocos paseos; ningún vino en las comidas y ayuno todos los viernes y demás días de abstinencia.

Los principales fueron: «Que sus Altezas y sus sucesores para siempre jamás dejarán vivir al rey Abí Abdilehí y á sus alcaldes, cadis, mestis, alguaciles, caudillos y hombres buenos y á todo el comun, chicos y grandes en su ley, y no les consentirán quitar sus mezquitas, ni sus torres, ni los almuedanes, ni les tocarán en los habices y rentas que tienen para ellas, ni les perturbarán los usos y costumbres en que están

»Partió el 6 de Octubre de Laredo para Medina de Pomar, acompañado del alcalde de Durango, de la Chancillería de Valladolid, con cinco alguaciles, disgustado y como avergonzado de verse entre tantas varas de justicia, que parecía le llevaban preso. No quería que le hablaran de negocios; huía de que le tocaran asuntos políticos, y mostraba no tener otro anhelo que sepultarse cuanto antes en Yuste.

Como con un cinto de dioses y de héroes está el templo de acero de México, con la escalinata solemne que lleva al portón, y en lo alto de él el sol Tonatiuh, viendo como crece con su calor la diosa Cipactli, que es la tierra: y los dioses todos de la poesía de los indios, los de la caza y el campo, los de las artes y el comercio, están en los dos muros que tiene la puerta a los lados, como dos alas; y los últimos valientes, Cacama, Cuitláhuac y Cuauhtémoc, que murieron en la pelea, o quemados en las parrillas, defendiendo de los conquistadores la independencia de su patria: dentro, en las pinturas ricas de las paredes, se ve como eran los mexicanos de entonces, en sus trabajos y en sus fiestas, la madre viuda dando su parecer entre los regidores de la ciudad, los campesinos sacando el aguamiel del tronco del agave, los reyes haciéndose visitas en el lago, en sus canoas adornadas de flores. ¡Y ese templo de acero lo levantaron, al pie de la torre, dos mexicanos, como para que no les tocasen su historia, que es como madre de un país, los que no la tocaran como hijos!: ¡así se debe querer a la tierra en que uno nace: con fiereza, con ternura!

Mientras iba ensartando estas cosas con voz insinuante y melíflua, le oía el capítulo como quien oye llover desde lugar cubierto; unos parecían mirar con grande atención las pinturas de los muros y bóveda, medio dormidos otros cabeceaban haciendo reverencias, y muchos con las manazas cruzadas sobre la barriga y hartos ya de plática, decían para su sayo: «¿cuándo se acabará esto y tocarán á refectorioPero el discurso no llevaba trazas de concluirse tan pronto; antes, al contrario, de unas reflexiones nacían otras; como las aguas vivas de manantial abundante, las palabras con rapidez asombrosa brotaban de los labios del orador, que siempre había sido hombre de gran facundia, y en aquella ocasión lo era más todavía, de suerte que el aburrido auditorio tenía casi agotada la paciencia, y sólo por ciertos respetos no daba mayores señales de su disgusto.

3 Y cuando las tocaren, toda la congregación se juntará a ti a la puerta del tabernáculo del testimonio. 5 Y cuando tocareis júbilo, entonces moverán el campamento de los que están alojados al oriente. 6 Y cuando tocareis júbilo la segunda vez, entonces moverán el campamento de los que están alojados al mediodía; júbilo tocarán a sus partidas.