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Actualizado: 20 de junio de 2025


Gentes menos maliciosas afirmaban que, dada la belleza de la colegiala, lo que el tutor procuraba era recogerla lo más tarde posible, sabiendo que no hay nada tan difícil de guardar, dirigir y encarrilar, como una mujer rica y bonita. La segunda educanda tenía un año menos que Susana y se llamaba Valeria. Su origen era un misterio que pudiera servir de base a una novela.

Y ¿qué valía este sacrificio comparado con los que tendría que hacer después? ¡Adelante, y con los ojos cerrados, que para otras empresas mayores y más negras los había cerrado también! Todo cuanto tenía que prevenir y encarecer sobre el carácter y necesidades de la educanda, se lo había prevenido y encarecido ya cien veces a la señora bajo cuya dirección, amparo y vigilancia iba a ponerse Luz.

He sabido que no era ya superiora por la monja que salió a abrirme en el colegio; una monja guapa, por cierto, con ojos muy severos y acento extranjero. ¡Ah, ! La hermana Desirée. Mal genio debe de tener. ¡Condenadísimo! No somos amigas. Cuando era educanda no me dejaba vivir. Hasta que un día vino el trueno gordo, ¿sabes?, quiero decir, hasta que le rompí la cabeza.

Al tiempo de llegar Pepe, se marchaban dos señoras con una niña: era la última educanda que salía. Allí permaneció solo unos minutos, nervioso, contrariado, sin poder estarse quieto y mirando hacia las ventanas, donde los barrotes de hierro cortaban con cruces negras la claridad del espacio, en que la luz iba faltando.

Dos horas después, entró de repente en la cámara una joven, una divinidad, vestida con un hábito, un velo y una toquilla de educanda y se detuvo al ir á arrojarse en los brazos del conde de Haro, al ver que había con él otro respetable señor, que la miraba ni más ni menos que como hubiese podido mirar á una yegua de raza, sin mover una pestaña.

, , señora condesa; está vacía porque las tapias son bajas, y una educanda que vivió en ella se escapó descolgándose por el balcón y saltando las tapias. Esto fué un escándalo que nadie sabe, que hemos guardado todas... pero yo lo digo á vuecencia en confianza. Gracias, amiga mía. ¿Conque las tapias son bajas y el balcón bajo?

Allí dormía yo con Máxima y otra educanda. ¡Cuántas noches me tengo levantado para mirar al cielo! ¿Y en qué pensabas mirándolo? No ... En nada. ¿No te venían deseos de escaparte? Nunca. Las mujeres no se escapan sino cuando están enamoradas. Por la mañana, a la hora que Gloria indicó como mejor, que era la de récréation, nos fuimos al convento.

Y cariño y amor tuvo Luz en aquella casa, y vida tan acomodada a sus inclinaciones, y amistades y compañías tan de su gusto, perfectamente ajustado a los deseos de la marquesa, que, mucho antes de lo que ésta pensaba, logró que se quedara en el colegio como educanda interna.

Porque me estáis maravillando, vais creciendo, creciendo delante de , y ya no encuentro en vos á la educanda de las Descalzas Reales, ni á la comedianta de esta mañana. Seguid, seguid; veamos cómo me vísteis en el convento, cómo me habéis visto esta mañana y cómo me véis ahora.

Desde luego afirmo que estos hermosos fines no han de lograrse en ciertos colegios ni en parte alguna donde la distinguida y mal acostumbrada educanda viva «a uso de tropa». De este modo se aprende todo, si se aprende algo, como el soldado la táctica y las leyes penales: maquinalmente y a la fuerza; y no se toma amor, sino miedo y repugnancia, a las tareas y al cuartel mismo, con sus largos y desnudos pasadizos, sus enfilados dormitorios, sus lechos de contrata, sus vigilantes antipáticos y su refectorio mal oliente.

Palabra del Dia

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