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Los resortes empleados principalmente por Calderón en sus enredos parecerán más claros todavía teniendo en cuenta que consisten en el amor de dos damas al mismo caballero; en las pretensiones de muchos galanes á la misma doncella, de dos amigos en conquistar las gracias de la misma beldad; en los celos de las enamoradas parejas; en la lucha de deberes entre el amigo y la amada; en la ocultación de las mujeres por medio del velo, y de los hombres con la capa, y en las equivocaciones, que se originan, de ambos medios; en requiebros nocturnos junto á la ventana de una dama, y en cambios, ocurridos con este motivo, cuando se pone otra en lugar de la que se espera; en conflictos de los deberes de la hospitalidad y de la venganza; en desafíos, en casas con dos puertas, en mudanzas de nombres y domicilios, entradas secretas, caminos subterráneos, etc.

Allí dormía yo con Máxima y otra educanda. ¡Cuántas noches me tengo levantado para mirar al cielo! ¿Y en qué pensabas mirándolo? No ... En nada. ¿No te venían deseos de escaparte? Nunca. Las mujeres no se escapan sino cuando están enamoradas. Por la mañana, a la hora que Gloria indicó como mejor, que era la de récréation, nos fuimos al convento.

La Princesa y sus amigas se encontraron de súbito detrás de una masa de verdura, al lado de la taza de topacio. Todo se cumplió como el ermitaño había dicho. Las tres estaban enamoradas; las tres eran castísimas o inocentes. Ni siquiera en el punto comprometido de dar el regalado y apretado beso sintieron más que una profunda conmoción toda mística y pura.

Leila le absorbe, Leila le abarca en el encanto de su mirada, Leila le expresa cuantas fragancias, cuantas ternuras enamoradas, las almas sienten que se embriagan en el misterio que amor se llama. Dura un momento la vision mágica, la onda en que flota léjos la arrastra, y Ataide dice con voz que espanta: ¡Hay vida triste! ¡Corriente amarga!

Los billetes que, sin saber cómo, a mis manos venían, eran infinitos, llenos de enamoradas razones y ofrecimientos, con menos letras que promesas y juramentos.

Cuando hubieron comido según sus deseos, empezaron á levantarse de las sillas y á cambiar de asiento y postura, formando pequeños grupos, retrayéndose las parejas enamoradas á los rincones para charlar más á su gusto. Pero seguían cambiándose entre unos y otros, aunque á distancia, las mismas guasas picantes. Se charlaba, se gritaba, se reía cada vez con mayor ruido y regocijo.

Ya verá V. qué bien le va tirando con cualquiera de estas escopetas á las pacíficas y enamoradas perdices que acuden al reclamo en la estación del celo. Á pesar de nuestra edad, hemos de emplearnos todavía, si V. no se opone, en algunas cosas harto infantiles. Hemos de volver al Pozo de la Solana, como hace cuarenta años, á cazar colorines y otros pajarillos, ya con la red, ya con liga y esparto.

San Vicente Ferrer, pongamos por caso, fue acometido dos veces por lindísimas señoras de él enamoradas, las cuales se llevaron chasco y se quedaron tocando tabletas, a pesar de los esfuerzos que hicieron, y entregadas a los mismísimos demonios, sus colaboradores y guías en esfuerzos tan desenfrenados y lascivos.

Conocíalo todo esto Cervantes, y en ello pensaba, y pensando en ello aparecía confuso y turbado, tanto casi como las dos de él enamoradas doncellas.

Como reza el dístico del poeta griego, que sirve de epígrafe a la novela, Carmen sabe morir y amar; es admirable cuando se entrega por amor y cuando por amor muere; tiene dos horas divinas: una en la muerte; otra en el tálamo. De atrás le viene al garbanzo el pico, según el decir vulgar. Desde muy antiguo es la cordobesa espejo, luz y norte de enamoradas.