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Semimuertos y semimuertas véseles en las mesas del juego, pálidos y macilentos, engolfarse en placeres desenfrenados, de los que con frecuencia no despiertan. El soplo del mar es otra cosa, puesto que por solo purifica. Esa pureza procede también del aire, y especialmente del cambio rápido que se hace del uno al otro, de la mutua transformación de los dos océanos.

Si es verdad dijo Salomé con desdén y cierta fatuidad: es preciso que usted se corrija. Esta casa, niña, impone al que la habita, deberes muy sagrados. Estas ideas del día añadió Paz, lo invaden todo, niña. No extraño que le haya alcanzado á usted su influencia pestilencial. Ya no hay religión: los hombres corren desenfrenados á su ruina; y si Dios no se apiada, se acabará el mundo.

Y las concepciones cristianas que sustituyeron a las del paganismo, se encuentran hoy en la misma situación en que se encontraron éstas en los tiempos de Séneca, que la describió así: "La religión es considerada por el pueblo como verdadera, por los filósofos como falsa y por los gobernantes como útil". De ella había dicho ya Polibio: "Si fuera posible que un Estado sólo se compusiera de sabios, semejante institución sería inútil; pero como la multitud es naturalmente inconstante, llena de arranques desenfrenados y de cóleras locas, ha sido necesario apelar a esos terrores de lo desconocido y a todo ese aparato de ficciones aterradoras para dominarla".

Cuando ganaba se permitía lujos desenfrenados, como ir al teatro de la Infantil y ver todas las funciones desde la primera a la última, convidarse a chuletas con tomate en cualquier taberna, ir a los bailes vespertinos de criadas y costureras, donde danzaba y hacía conquistas.

San Vicente Ferrer, pongamos por caso, fue acometido dos veces por lindísimas señoras de él enamoradas, las cuales se llevaron chasco y se quedaron tocando tabletas, a pesar de los esfuerzos que hicieron, y entregadas a los mismísimos demonios, sus colaboradores y guías en esfuerzos tan desenfrenados y lascivos.

Lope, niño eterno, abandónase a los desenfrenados impulsos de su temperamento lo mismo viviendo que escribiendo. Idéntico ritmo alocado palpita en los hechos de su vida y en las estrofas perennemente fragantes de sus versos; jamás le abandonó la divina embriaguez de la adolescencia.

Andarines terribles, cazadores del Monte Perdido y desenfrenados pescadores, recorrían en barquichuelos su caprichoso mar, el golfo ó sumidero de Gascuña, dedicándose á la pesca del atún. Notaron aquellos intrépidos navegantes que las ballenas retozaban, y comenzaron á perseguirlas, lo mismo que se encarnizan detrás de la gamuza en los barrancos, los abismos y los más espantosos resbaladeros.