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ATÚN CON TOMATE. Se toma un buen trozo de atún, se limpia y pone a cocer con agua y sal; después se pone en agua fría, y en aceite caliente se fríe, se fríe cebolla, se echa salsa de tomate; cuando está casi hecho se le agregan tiritas de pimiento. BONITO CON TOMATE. Después de limpios se toman trozos regulares y se pasan por aceite muy caliente, colocándolos en una cacerola.

BACALAO EN SALSA BLANCA. Póngase a rajas después de desalado y sin espinas, fríanse; y cuando está dorado se pone en una besuguera y se echa encima una salsa blanca, y se mete al horno. En lugar de la salsa blanca puede ponerse en la besuguera, alternando con el bacalao, cebolla, perejil y salsa de tomate, aceite y vino blanco, metiéndolo también al horno.

Cuando está en su punto se pasa la salsa y se le agrega un poquito de zumo de limón. PUDDING DE CARNE. Se hace un picadillo de carne, jamón y cebolla; se sazona de sal y se mezcla con huevos batidos y salsa de tomate. Se coloca en un molde, y se cuece al baño maría, y antes de servirlo se tiene en el horno para que se dore.

GALLINA GUISADA. Limpia y cortada en trozos, se pone con bastante tocino cortado en lonjas muy finas, aceite, cebolla, sal, tomillo, laurel, pimienta, ajo, un poco de vino, otro poco de coñac, cubriendo con todo la gallina; tápese muy bien, dejándola cocer a fuego muy lento unas tres horas; antes de servirla se pasa la salsa y se le agrega un poco de tomate.

Se fríe aparte cebolla y perejil picados; se hace tomate, y todo junto se vierte sobre el bonito, dejando que hierva a fuego lento hasta que esté en su punto. CONCHAS RELLENAS. Preparada la pasta como para hacer croquetas, se rellenan las conchas, se espolvorean de pan rallado y se meten al horno hasta que se doren.

Pero lo más extraño fue que, al ser puesto en pie, rompió en una charla incoherente, impetuosa, roja la cara como un tomate, vibrante y entrecortada la lengua.

El piso no era terso ni cómodo: los pies bañaban sobre los guijarros y pseudoadoquines, con grave detrimento de los callos: además, se corría peligro inminente de resbalar en alguna corteza de naranja o de sandía o de tomate, de que había buena copia: de los balcones las dejaban caer sin aprensión ninguna sobre los que pasábamos.

En lo tocante a repostería no era nada inferior; y casi todo el año, y particularmente en tres solemnes épocas, no sabía ella cómo acudir a las mil partes adonde la llamaban: antes de Pascua de Navidad, a fin de confeccionar las chucherías y delicadezas que las personas pudientes y sibaríticas suelen entonces mandar hacer para su regalo; por ejemplo, los hojaldres y las célebres empanadas con boquerones y picadillo de tomate y cebolla que se toman por allí con el chocolate.

Después se fríen en aceite y se colocan en una cacerola, echándoles otro poquito de cebolla dorada y caldo suficiente para que cuezan. Puede ponerse una salsa de tomate, aunque para calamares lo mejor es su tinta.

Los hijos de su primer matrimonio vivían en Madrid, trabajando unas veces en el adoquinado y rabiando otras de hambre. Apenas si los veía. La familia... con tomate, señores míos. Tanto tienes, tanto vales; cada uno a lo suyo. Los chicos, cuando me ven, me hablan de que les traspase la parroquia. El ama de mi casa también quiere lo mismo... ¡Magras! El negocio, siempre a mi nombre.