United States or Monaco ? Vote for the TOP Country of the Week !


No podía dudarlo; eran pisadas humanas, bien distintas de la corrida de la liebre por entre las hojas, o de los golpecitos secos y reiterados que sacuden las patas unguladas del zorro o del perro. Pisadas humanas eran, aunque muy recelosas, apagadas y lentísimas. Parecían de alguien que procuraba emboscarse.

Soltad, ó grito. Pueden conoceros por la voz. ¡Traen luces y nos verán! Allí hay unas escaleras. Y luego se oyó el ruido de las pisadas de Quevedo hacia un costado de la galería. Luego no se oyó nada, sino los pasos de algunos soldados que iban á hacer el relevo de los centinelas. Uno de ellos llevaba una linterna.

En su infidelidad dejaban ese día un asiento desocupado en la mesa, y creían que lo ocupaba el difunto; y para persuadirse de ello, esparcían ceniza por la casa, en la que, al día siguiente hallaban impresas sus pisadas.

14 Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron; y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad del SE

En aquel instante abrirse una ventana sobre cabeza, la voz de un hombre preguntando: «¿Qué es eso? ¿qué ocurre?» y después pasos precipitados. Oprimí firmemente el puño de mi espada. Si De Gautet llegaba a salir su muerte era segura. después el choque de dos aceros, las pisadas, de los combatientes y el grito de uno de ellos al caer herido.

Lo ignoro, señor; pero su excelencia la señora condesa de Lemos, vuestra hija, pregunta por vuecencia y viene tras de y vestida de casa. ¡Vestida de casa! , señor, y siento ya las fuertes pisadas que bastan para adivinar que se acerca su excelencia. ¡Oh! ; mi hija es muy buena moza, ¿no es verdad? ¡Señor, yo no he querido decir!...

En el Casino se sentaba a su lado, tenía la paciencia de verle jugar al dominó o al ajedrez, y terminada la partida le cogía del brazo, y, como solía llover, paseaban por el salón largo, el de baile, obscuro, triste, resonante bajo las pisadas de las cinco o seis parejas que lo medían de arriba abajo a grandes pasos, que tenían por el furor de los tacones, algo de protesta contra el mal tiempo.

Dimmesdale llegó al lugar en que, años atrás, Ester había sufrido las primeras horas de su ignominia pública. El mismo tablado, negro y percudido por las lluvias, soles y tormentas de siete largos años, con los escalones gastados por las pisadas de los muchos reos que desde aquella época los habían subido, se elevaba allí bajo el balcón de la iglesia ó casa de reunión.

Veía ir y venir a las sombras de los marineros por la cubierta y sentía las pisadas de sus pies desnudos. Sonaron las tres en el reloj de la catedral de Bayona, y el patrón dio la orden de partir. Había seis hombres, cuatro marineros, el timonel y un grumete. Salimos llevados por la corriente del Adour, cruzamos por el Boucau, y al rayar el alba, a fuerza de remos, pasamos la barra.

Encontraba en ella un recuerdo de las plazoletas de Florencia, rodeadas de mansiones señoriales, cerradas e imponentes, con su pavimento de guijarros ardientes por el sol, entre los cuales crece la hierba y que despiertan de su modorra al paso tardo de una mujer, de un cura o un viajero, repitiendo sus pisadas cuando ya están lejos.