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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Regresamos al paso, sin cruzar una sola palabra, nuestros caballos emparejados, restregándose las quijadas y cubriéndose recíprocamente de espuma. Echó pie a tierra en la verja, atravesó a pie el patio fustigando la arena del suelo con el látigo, subió en derechura a su cuarto y no reapareció hasta la noche. A las ocho nos trajeron la correspondencia. Había una carta del señor De Nièvres.

Este despertó como a la media hora de haberse dormido, y restregándose los ojos y gruñendo un poco, hubo de asombrarse de ver allí a su amiga, y alargó la cabeza para mirarla.

De pronto se irguió, y dijo con lentitud, restregándose los párpados: No puedo seguir aquí. Me da vergüenza arrostrar la mirada de las gentes... Tampoco debo marcharme con ella. Ya no me podría dominar con nuevas mentiras. La miraré de frente, y al ver la falsedad de sus ojos y de su sonrisa, la mataré... tengo la certeza de que la mataré. Su amigo creyó llegado el momento de aconsejarle.

Al sentarse, sudoroso, conmovido, restregándose con fuerza el congestionado rostro, los compañeros del banco le felicitaron, tendiéndole las manos. «Era todo un orador; debía lanzarse; hablar más; tenía condiciones». Y del banco de abajo venía el mugido del ministro: Muy bien, muy bien. Ha dicho usted lo mismo que hubiera dicho yo.

Vamos, no somos niños. ¿Puedo hablaros, Marta, con franqueza? Con toda franqueza, señor. , pero no es como intendente del castillo, ni como vuestro superior que os lo pregunto, sino como amigo. Sois demasiado bondadoso, señor. Está bien, no comenzamos mal dijo Mathys restregándose las manos . En seguida nos entenderemos, Marta.

Suena el lento y ruidoso rodar de un carro; luego el campanilleo de las burras de leche; óyese a lo lejos el vocear de un pobre vendedor ambulante; y por los resquicios y rendijas del balcón penetra, en hilos plateados, la clara luz del día. Don Juan despierta y se arroja del lecho abajo, restregándose los ojos. Todo ha sido un sueño mentiroso.

¿Y no volverá a salir jamás de la casa de sanidad? Jamás, a menos que lo pidáis. ¡Entonces, no tendrá que esperar poco! dijo la condesa restregándose las manos . Puede estar segura de que no volverá a saber lo que es el campo libre y el espacio azul. Se acabó, ahora que ha sido declarada loca, y que va a ser encerrada para siempre, nadie se preocupará de ella.

Ademas debe hacerse en lugar limpio, y empezarse el lavatorio del cuerpo desde la cintura abajo, invocando al Criador, echándose luego el agua por la cabeza, restregándose el casco con los dedos, sin necesidad de que deshagan sus trenzas las mugeres, y finalmente, mojándose primero el hombro derecho y despues el izquierdo; todo esto con agua limpia de rio ó de mar, de pozo ó fuente, ó llovediza, con tal que no haya caido en ella cosa muerta por pequeña que sea.

En el tacuapí, bajo él y alimentándose acaso de sus brotos, viven infinidad de roedores. Cuando aquél se seca, sus huéspedes se desbandan, el hambre los lleva forzosamente a las plantaciones; y de este modo los tres perros de Fragoso, que salían una noche, volvieron en seguida restregándose el hocico mordido. Fragoso mató esa misma noche cuatro ratas que asaltaban su lata de grasa.

El cura, que en su casa comía bastante mal y cuyo paladar sabía apreciar el arte de Susana, llegaba restregándose las manos y proclamando su apetito. Pronto nos sentábamos a la mesa, y el principio de la conversación era no menos invariable que la lista de la comida. Hace buen tiempo adelantaba mi tía, cuya frase, si llovía, no se modificaba sino en el adjetivo.

Palabra del Dia

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