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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Una mañana, muy temprano, Eufemia entró en la alcoba de Reyes, y le despertó diciendo: La señorita llama, quiere que el señorito vaya a buscar a D. Basilio. ¿Al médico? gritó Bonis, sentándose de un brinco en la cama y restregándose los ojos hinchados por el sueño . ¡Al médico, tan temprano! ¿Qué hay, qué ocurre?

Insistí en que lo averiguásemos, y acercándonos a él, Serrano le sacudió levemente: Oiga V..... ¿es V. D. Pelayo del Castillo? El mendigo se incorporó lentamente y restregándose los ojos y abriéndolos con dificultad a causa de la gran irritación de los párpados, contestó mal humorado: No señor, yo no soy ese Pelayo del Castillo. Serrano se quedó un instante suspenso.

Enfurecida la mujeruca se desasió violentamente cubriéndole de dicterios y se metió en el interior de la casa. Martinán, sin preocuparse de su cólera, sonreía beatíficamente y le enviaba besos con la punta de los dedos. Los parroquianos aplaudían riendo. ¿Quién habrá más feliz que yo, decídmelo? exclamaba restregándose las manos de placer.

Si te dejase, serías capaz de estarte en la cama hasta las siete de la mañana. Andrés oyó entre sueños el absurdo de su tío y arrugó las narices con espanto. Vamos, muchacho, vamos siguió el cura sacudiéndole, que ya son muy cerca de las seis. ¡Ah, las seis!... ¡las seis! dijo el sobrino restregándose los ojos. , hombre, , las seis... ¿A qué hora te levantabas en Madrid?

Se le ofreció descanso y un refresco que rehusó, restregándose los ojos, para evitar las miradas de sirena de los ojos azules de Sofía, excusose y se fue derecho a casa. Durante los dos o tres días siguientes al arribo de la compañía dramática, Melisa iba tarde a la escuela, y a causa de la ausencia de su constante guía, el paseo usual del maestro la tarde del viernes, fue por una vez omitido.

Bueno, bueno. Y también entiendo de limpiar metales, de componer algo de carpintería; hasta de cocina entiendo un poco... Ea, señora dijo restregándose las manos una con otra con tanta fuerza que a poco más saca lumbre , empecemos. Disponga usted la compra de mañana. Un duro. Es un despilfarro. Vengan catorce reales. Yo me entiendo; basta de mimos. Comerá usted lo que haya. Hay que traer carbón.

¡Cuánto dinero debéis gastar en comer! exclamó mi tía que tenía la habilidad de ver el lado mercantil de las cosas y de decir lo que no debía decirse. Veintitrés mil trescientos setenta y siete francos, señora respondió con toda seriedad mi nuevo primo. ¡No es posible! murmuró mi tía, estupefacta. Parece que sois completamente feliz le dijo el cura restregándose las manos.

Al día siguiente del baile, ya muy entrada la mañana, se notaba en el palacio de los duques la falta de movimiento propia de toda casa donde el mucho trasnochar de los amos autoriza que madruguen poco los criados. Algunos de ellos, reunidos en la caseta del portero, formaban corro restregándose todavía los ojos, haciendo comentarios de la fiesta, charlando y maldiciendo.

Nunca he visto un hombre tan feliz, ni adornar una dicha mediocre con la esplendidez que lo hacía el cura con los reflejos de su buen natural, y de su espíritu algo infantil. ¡Si es que parece exactamente un púlpito! decía riendo y restregándose las manos.

De repente oigo ruido, miro hacia arriba, y veo a Inesilla, asomada por el montante de la puerta, mirándome burlonamente, riéndose y restregándose los puños en ademán de hacerme rabiar. ¿Por qué has hecho eso? le pregunté. Y con la cara muy alegre repuso: Porque me da mucho gusto cuando te pegan. Desde aquel instante no pensé más que en marcharme de la casa.

Palabra del Dia

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