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Actualizado: 24 de noviembre de 2025
Guillermo, condenado á la terrible prueba, que podia costarle tan caro pero que le devolvia la libertad necesaria para servir á la patria, estrecha contra su corazon al fruto de su amor, muestra la alabarda debajo de un brazo, y alza la mirada con altivez, confiando en Dios y en la santidad de su causa.
Pues eso no es nada aún: el condenado se ha atrevido a subir a la torre del reloj, y mi cabrero lo ha visto perfectamente fumando su cigarro maldito, y poco después... ¡le ha oído acompañarse una canción blasfema con su guitarra maldita! Pero, los dignos padres, ¿cómo han sufrido semejante abominación? preguntó Flores con aire contrito.
Bolen era hombre de carácter firme, y así, como quiera que desde que cayó en las garras de los del Santo Oficio no pudo hacerse muchas ilusiones de su porvenir, se propuso dar muestras de su entereza, y ni las amenazas, ni los sermones, ni el tormento hicieron en él efecto alguno, afirmándose con jactancia reo en las herejías de que se le acusaba, por lo cual fué condenado á ser quemado vivo en el prado de San Sebastián.
Mas quien lo oyera Denuncia con palabras diferentes. Al fin vino la cosa en tal manera Que encarta á los que estaban inocentes. Vencido del tormento, y engañado, Por dó fué luego á muerte condenado.
Pero esto, que parecía algo, era muy poco, salvo en lo honorífico, pues no tuvo señalada ración, y hasta el año de 1635, en que el infortunado poeta entró en gajes , siguió condenado a vivir de lo poco que entonces producían las obras dramáticas y de lo que pedía a sus amigos; tanto fué así, que se hicieron proverbiales su extremada pobreza y sus donosas esquelas petitorias, casi siempre en verso.
Apenas se había oído un segundo toque de silbato, cuando la tartana había aparejado y desplegado su antena, su bauprés y su trinquete y el condenado manejaba la barra del timonel.
Esos señores han tenido el deseo de arrebatar á Freneuse de su prisión y traérsele á Europa y han ejecutado su plan con una suerte rara. Ya está el condenado en libertad. Pero de eso á probar su inocencia hay la misma distancia que de la Nueva Caledonia á Inglaterra.
»¡Ah! ¡Si yo pudiese estrechar una mano cariñosa en esas horas de mudo arrobamiento que paso de pie ante mi balcón!... ¡si me fuese dable el ver reflejadas en una tierna mirada todas mis impresiones!... ¡si hubiese un alma a quien poder confiar mis pensamientos!... »Pero ¡ay!... mi destino no lo quiere. ¡Estoy condenado a vivir y morir solo!...
¡Aun ese maldito gitano! dijo el joven del traje andaluz . Señores, he aquí una buena ocasión de probar lo que os decía hace un momento, es decir, que ese condenado es Satanás en persona. Y se levantó gravemente. Vamos, señora, estoy dispuesto a aclarar la cuestión, porque yo he visto el buque de las velas rojas aun no hace dos horas. Lo mismo que yo respondieron a la vez Isabel y Pablo.
Casi arruinado por empresas comerciales, al retirarse de la trata se había metido en su casa del Cabañal, viendo pasar la vida ante su puerta, sin otra distracción que jurar como un condenado cuando el reuma le hacía permanecer inmóvil en su asiento.
Palabra del Dia
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