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Entonces nos parecen dichosísimas las poblaciones retiradas en los valles altos que nunca han padecido los males de la guerra: á lo menos, á pesar del flujo y reflujo de los ejércitos en marcha, han acabado por conservar su independencia primitiva. Bastantes pueblos de la montaña, protegidos por enormes masas de roca unidas unas á otras, han tenido la felicidad de permanecer libres.

Los Estados Unidos tuvieron un hombre-globo que subió cuanto pudo, y manejando diestramente su válvula, descendió como y cuando le plugo; de Francia hicieron mil su ascensión, que están todavía en altura, haciendo la admiración de los espectadores; la Suecia mira uno en su pináculo todavía; y si el mayor de todos fue a parar hasta Santa Elena, es preciso confesar que hay descensos gloriosos, como retiradas honrosas.

Si vuelven á Francia no podrán vivir sino muy retiradas y probablemente el señor de Freneuse tendrá que constituirse en prisión, pues hasta que se pronuncie la nueva sentencia le considerarán como culpable. Vénganse, pues, con nosotros á Nueva York... Dejaremos á mi padre y á mis hermanos ir á Dakota y nosotros nos instalaremos tranquilamente en Newport.

En resumen: Perico, que tenía movimientos vivos y locuacidad inagotable, pero de hielo la cabeza, de tal suerte entendió las marchas y contramarchas, retiradas y avances de la empeñada acción que todos los días se libraba en el Casino, que después de varias fortunitas chicas, vino a caerle un fortunón, en forma de un mediano legajo de billetes de a mil francos, que se guardó apaciblemente en el bolsillo del chaleco, saliendo de allí con su paso y fisonomía de costumbre, y dejando al perdidoso dado a reflexionar en lo efímero de los bienes terrenales.

Me voy acababa por decir al notario y su esposa . No comprendo cómo podéis vivir aquí. En una da esas retiradas á la Marina se empeñó en llevarse á Ulises. Empezaba el estío, el muchacho estaba libre del colegio por tres meses, y el notario, que no podía alejarse de la ciudad, veraneaba con su familia en la playa del Cabañal, cortada por acequias malolientes, junto á un mar despreciable.

Retiradas á las eminencias que tenian ocupadas, no hicieron movimiento en todo el dia siguiente, en que fué continuada su griteria y algazara hasta las dos de la tarde, que se advirtió el motivo; que fué por haber descubierto los que venian de la parte de Chucuito, que continuando su marcha en varias direcciones, llegaron á acampar muy cerca de la villa sobre el mismo camino real, donde se mantuvieron hasta el otro dia, en que de concierto con Diego Tupac-Amaru, y á una misma hora, se movieron de sus campamentos para rodear la poblacion y acometerla por todas partes.

Se había iniciado una trivial conversación, rota a cada bocado de pan o de bizcocho, hasta que retiradas las bandejas de encima del tapete, el criado presentó otra grande, de plata, con la correspondencia. Miró don Manuel los sobres de sus dos o tres cartas, y las apartó indiferente; el maestro abrió un periódico y comenzó la habitual lectura.

Mil setecientos turcos y africanos, lo peor de la piratería, tomaban tierra atraídos por la riqueza del pueblo, y más aún por el deseo de asaltar cierto convento de monjas, donde vivían retiradas del mundo jóvenes hermosas y de ilustre familia.

Pero para que su partida fuese con más gusto, y el ejército quedase satisfecho, y seguro de tener en la armada ciertos los socorros y retiradas, le suplicaron nombrase por General de ella algun Caballero, ó Capitan que fuese de su nacion, para que dependiesen de ellos, temiendo que Andronico diese este cargo á Griegos ó Genoveses; y fuera cosa peligrosa para su seguridad tener el socorro en poder de gente extraña, con quien siempre hay emulacion y competencias; ocasion de graves pendencias y daños, y más en los socorros de mar, tan sujetos á las mudanzas del tiempo, que puede la ruindad y malicia de un General retardar el socorro, y hallar razon que disculpe y apruebe lo mal hecho, atribuyendo al tiempo y á peligros imaginados su tardanza.

Seguro de la victoria los arrastra a una de las salas retiradas del caserón, se hace traer una mesa adecuada, bujías, cerveza, cigarros y ¡vamos allá!... Después de haber estado a dos dedos de perderla, Jaime Moro gozaba de aquella felicidad con una ruidosa alegría que causaba envidia.