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Actualizado: 11 de junio de 2025
Les basta encerrarse en su inmenso dolor, lanzarlo en tristes estrofas al rostro de la ingrata, para que ésta desfallezca bajo el más terrible de los castigos.... Estaba decidido: abominaría del mundo y sus «vanas pompas»; se retiraría a un desierto, sería fraile, pero no como aquellos barbudos, malolientes y zarrapastrosos que iban por las calles, alforjas al cuello, sino con arreglo a figurín: frailecillo blanco y melancólico, vestido con franela fina, la cruz roja al pecho y los ojos en alto, como si filase el lamento tierno, interminable, de las almas heridas: una fiel imitación de Gayarre en el último acto de La Favorita.
Me voy acababa por decir al notario y su esposa . No comprendo cómo podéis vivir aquí. En una da esas retiradas á la Marina se empeñó en llevarse á Ulises. Empezaba el estío, el muchacho estaba libre del colegio por tres meses, y el notario, que no podía alejarse de la ciudad, veraneaba con su familia en la playa del Cabañal, cortada por acequias malolientes, junto á un mar despreciable.
Si los médicos, pues, le hacen el boicot a los desafíos, si cuando un caballero le haya producido a otro con un sable o con una espada un rasguño en la muñeca, no hay un médico que describa este rasguño como una herida inciso-trinchante de tantos centímetros de extensión, en la región tal, interesando la dermis y la epidermis y la paquidermis; si además el médico no echa en este rasguño tintura de yodo y yodoformo y alguna otra porquería, y no arma allí una cantera y no cubre luego el brazo de gasas malolientes, ¿qué va a ser de los desafíos?
Las carnes asadas, de suculento perfume, son para ellas cadáveres, envolturas de pus; los frescos vegetales, las dulces frutas, concreciones del estiércol y de todos los zumos malolientes que vigorizan la tierra.
Maltrana besó aquel hermano inesperado que de repente surgía en su familia; vio en el lío de ropas mojadas y malolientes una cabeza enorme sobre un cuello delgado; un cuerpecillo débil que anunciaba una fealdad igual a la suya. Desde entonces dividió sus caricias entre el chiquitín y el pobre Capitán, que parecía celoso de este huésped que monopolizaba todas las atenciones de la familia.
Casi todas descendían hasta el puerto viejo, con un reguero de aguas sucias por mitad del arroyo que saltaba de piedra en piedra. Eran obscuras como tubos de telescopio, y al extremo de sus zanjas malolientes, ocupadas por el deforme mujerío, se abría un amplio desgarrón de luz y de azul.
Pensó, pues, que la costura, la fabricación de flores o encajes le cuadraban bien, y no pensó en ninguna otra clase de industrias, pues no se acordaba de haber leído que ninguna de aquellas heroínas se ocupara de menesteres bajos, de cosas malolientes o poco finas. «¡A trabajar, a trabajar! exclamó inundada de aquel entusiasmo que tan fácilmente se posesionaba de su alma. Yo te ayudaré.
En las noches tormentosas, cuando el viento pasa de parte á parte la casucha por sus resquicios y grietas, amenazando derribarla, los cuerpos vestidos y malolientes se buscan y se estrechan ansiando calor, y los sudores se juntan, las respiraciones se confunden, la suciedad fraterniza.
Palabra del Dia
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