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Aquel sillín de vaqueta, testigo mudo del paso de cien generaciones; aquellos cuadros viejos; los muebles de talla, exornados con figuras grotescas y de rarísima forma, daban á la decoración el aspecto do uno de esos destartalados laboratorios en que un alquimista se consumía devorado por la ciencia y las telarañas.
¡Ay de mí! DO
Si nos sumimos en el mar á cierta profundidad, no tardamos en vernos privados de luz: se penetra en un crepúsculo do sólo persiste un color, el rojo siniestro; y aun al poco rato este color desaparece y sobreviene la negra noche. ¡Qué obscuridad tan absoluta, exceptuando tal vez algunos accidentes de horrorosa fosforescencia!
Y estando ansí el bulto, llegó Inca Yupanqui á do el bulto estaba, el cual iba descalzo, y como llegase á él, hízole sus mochas y gran reverencia, mostrándole gran respeto; é ansí, tomó el bulto del ídolo en sus manos y llevólo á do era la casa y lugar do él habia de estar; en la cual casa estaba hecho un escaño, hecho de madera y muy bien cubierto de unas plumas de pájaros tornasoles de diversas maneras y colores, de las cuales y con las cuales era muy vistosamente labrado; en el cual escaño puso Inca Yupanqui el bulto del ídolo.
El Obispo al Brasil en breve llega Con su preso, y la gente, aunque temieron En golfo y alta mar la gran refriega, En San Vicente alegres pues surgieron, A dò al preso el Obispo da y entrega A gentes, que encerrado le tuvieron: El cual de la prision se ha escabullido, Y anduvo algunos dias escondido.
Con mártires de grandes corazones Se alzan y regeneran las naciones Y su sangre es la ofrenda que les dan: Mártir fué el Redentor, y de un madero Do lo enclavó el impio, al mundo entero Regeneró con su mision de paz.
Allí lo tuvieron encima del almacén del agua, á do desque hubo confesado le ahogó un hombre que alquiló el verdugo, y desnudólo é hízolo cuartos que quedaron allí hasta la mañana siguiente. E luego por la mañana pusieron la cabeza en la picota, un cuarto en la puerta del Arenal, otro en la de Minjoar y el otro en la de la Carne.»
No es lisonja la verdad, Ni las digo, así te goces. 20 No hay en Ronda ni en Sevilla Dama como tú. DO
Vos os podéis alabar; Que nadie puede, Señora. DO
Es tanta la espesura de las cañas, A dò las hay, que es cosa de gran grima: Y aunque dentro se crian alimañas, Estan tan encerradas como encima. Quien á cortar va cañas, por mil mañas Que tenga, á las veces se lastima, Con puas, con espinas, con abrojos, Y el mal sale mil veces
Palabra del Dia
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