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Era tiempo de invierno, cuando campean en Sevilla los molletes y mantequillas, de quien era tan bien servido, que más de dos Antonios se empeñaron o vendieron para que yo almorzase, Finalmente, yo pasaba una vida de estudiante sin hambre y sin sarna, que es lo que más se puede encarecer para decir que era buena.

Además, como los ánimos de los liberales estaban harto exaltados y las noticias que á diario llegaban de los diversos puntos de la península, en los que se iba proclamando la Constitución, no dejaban de ser interesantes, se despertó en los patriotas una fiebre de conocer cuanto sucedía, y una manía discutidora que dió origen á la organización de tertulias, reuniones y sociedades, en las cuales, con más ardor si cabe que de 1812 á 1814, se empeñaron las más reñidas luchas.

Tal era la situación general; pero había dos sujetos, que acaso habían bebido más que los otros, que estaban más acalorados y que empezaron a mirarse con malos ojos por aspirar a lo mismo. Pedro Lobo y Arturito se empeñaron ambos en querer Merengue de fresa.

Durante el nuevo silencio Robledo se habló mentalmente. «¡Y pensar que por este andrajo se mataron los hombres, lloraron tantas mujeres y sufrí yo angustias inmensas!...» Como si Elena adivinase sus pensamientos, dijo con humildad: Usted no sabe qué terribles han sido mis últimos años... Vino la guerra y se empeñaron en perseguirme, no permitiendo que viviese en París.

Mas en estos estrechos términos que nunca se imaginaron posibles por la ciega obediencia que hasta aquí han profesado los indios á los Padres, pero ya los tocamos ciertos y con peligro de llorarlos sin remedio, no puedo dejar de hacer presente á V. S. para descargo de mi conciencia, que después de haber obedecido al Rey nuestro señor y atendido su respeto con cuantas diligencias y medios ha ofrecido el vivo deseo de esta provincia para desempeñar la confianza con que S. M. se ha dignado fiar este negocio de nuestra lealtad, hemos llegado ya al último término de la ejecución, en que es preciso descubrir el primer blanco de la intención de los dos soberanos Monarcas, que es el del divino respeto, y el de la sangre de Jesucristo derramada por aquellas pobres almas cuyos superiores motivos tienen como diadema, esplendor y esmalte de sus coronas los reyes católico y fidelísimo, pues éstos fueron los que empeñaron con valiente resolución su cristiano celo para la conquista de las Indias Meridionales, como lo expresa el señor Alejandro VI en la bula en que señaló los límites de ambas Coronas.

He comido con los marqueses de Vegallana; eran los días de Paquito; se empeñaron... no hubo remedio; y no mandé aviso... porque era ridículo, porque allí no tengo confianza para eso.... ¿Quién comió allí? Cincuenta, ¿qué yo? ¡Basta, Fermo, basta de disimulos! gritó con voz ronca la de los parches.

Este hombre, tan distinguido por la nobleza de sus sentimientos como por su talento poético, merece mención honorífica en la historia de la poesía española, y que nunca se le confunda con esos pedantes ilustrados, que se empeñaron antes en aclimatar en España la tragedia francesa.

Elenita sostenía que su tío no sudaba agua como los demás, sino café con leche; y como todos los ojos se volvían, sonrientes, a mirarle, el buen señor no podía ocultar su despecho. Cada cual comenzó a hablar con los que tenía al lado. Isabel y Villa empeñaron una conversación animada. La de Enríquez y su novio, lo mismo.

Todo se realizó como inicuamente estaba previsto, y la fortaleza fué entregada por el infame Rumiñahui, mandando el Inca decapitar a los prisioneros . Tschudi, Markham, Nadal, Barrancas y muchos americanistas se empeñaron en sostener que el drama Ollanta había sido compuesto en los tiempos incásicos, y que era, por consiguiente, un monumento literario anterior a la conquista.

»Diez veces fue llamada a las tablas la Diva Donna, y lo hubiese sido veinte, a no haberse puesto los insolentes reverberos, causados por la prolongación de sus servicios, a echar pestes y suprimir luz. »Los amigos del duque se empeñaron en que los llevase a dar la enhorabuena a la heroína. Todos nos echamos a sus pies con el rostro en tierra.