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Actualizado: 10 de junio de 2025


Los había en el mundo también. ¡Pero qué feos eran, qué horrorosos! ¿Cómo podía ser que tanto deleitasen aquellas traiciones, aquellas muertes, aquellos rencores en verso y en el teatro? ¡Qué malo era el hombre! ¿Por qué recrearse en aquellas tristezas cuando eran ajenas, si tanto dolían cuando eran propias? ¡Y él, el miserable, hombre indigno, cobarde, estaba filosofando y su honor sin vengar todavía!... ¡Había que empezar, volaba el tiempo!... ¡Otro tormento! ¡el orden de la función, el orden de la trama! ¿Por dónde iba a empezar, qué iba a decir; qué iba a hacer, cómo la mataba a ella, cómo le buscaba a él?».

Decía usted que la niña.... ¡Soy cuerno! señor mío; y usted dispense. A no hay que ponerme motes. Aborrezco los sistemas. Lo que digo es que sólo creo en la bondad que da la naturaleza; a un árbol la salud ha de entrarle por las raíces... pues es lo mismo, el alma.... Y seguía filosofando para venir a parar en que Anita era la mejor muchacha de Vetusta.

La cara de la luna es de cuidado todas las noches. O yo no una palabra de las cosas del cielo, o esta luna anuncia grandes revoluciones, hambres, pestes, sangre... Adiós, gran Zaratustá dijo Maltrana. Podía seguir filosofando, rodeado de sus perros, mientras contemplaba la villa ingrata que no reconocía su saber.

Así como de la lectura atenta de un tomo de filosofía se sale al cabo filosofando, de la lectura de la «Crotalogía» se sale también castañeteando. La idea del licenciado Francisco Agustín Florencio de suprimir la enseñanza práctica se ajusta a la pedagogía moderna, en la que todo está librado a la eficacia de los textos por mismos.

Pero de esto no tiene la culpa el país, cuya prosperidad no puede sufrir eclipse sino momentáneo, para volver a brillar con nuevo y poderoso resplandor. La crisis que aquí tenemos, amigo Esteven, es de sentido común. Siguió filosofando a sus anchas, desatada su lengua y animada su imaginación por la pesca de los cinco mil.

Pero ¡qué más? ¿No ve usted mi lenguaje? ¿No ve usted mi estilo? ¡Leto filosofando! ¡Leto metafísico! ¡Leto sentimental! ¿Quiere usted novedad más extraña ni milagro más patente, para un lugarón como Villavieja? ¿Se han cumplido o no mis pronósticos?

Todo esto lo piensa Azorín mientras arregla la maleta; se pueden pulir vidrios o arreglar una maleta y estar filosofando. Sólo que Azorín no es Spinoza; aunque también es verdad y ésta es la compensación que tiene mejor ropa. Y aquí en la maleta va colocando unas camisas de finísimo hilo, unos calzoncillos, unos calcetines, unos pañuelos cuatro tomitos impresos por Didot, limpiamente, en el año 1802. Azorín los pasa, los repasa, los acaricia, los abre al azar. Y en uno de ellos lee: «Il y a plusieurs années que ie n'ay que moi pour visée

Palabra del Dia

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