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Actualizado: 14 de septiembre de 2024
Los aborrezco. Pero he observado que un joven de mi edad, dotado de cierta ambición, debe saber el bridge, si quiere hacer buen papel en el mundo. Las gentes más dispares guardan tesoros de amabilidad para un buen «cuarto en el bridge». De esta manera conocí al señor Leplu-Raboin. EL SE
Quiero libertarme de esta mujer y no puedo. La aborrezco y casi la adoro. Su espíritu se infunde en mí al punto que la veo, y me posee, y me domina, y me humilla. Todas las noches salgo de su casa diciendo: esta será la última noche que vuelva aquí; y vuelvo a la noche siguiente.
No, ya no quiero consolar al triste, ni con mis manos enjugar su llanto: ya mi alma, endurecida, se resiste hasta del bien al goce sacrosanto. Ya el dolor me arrebata y desespera, sin que consuelo á la paciencia pida: ya aborrezco el dolor... ¡el dolor, que era la ilusion más hermosa de mi vida!
El pobre Lubimoff volvió á ver su conducta como en las horas de voluntario encierro. ¡Ay! ¿dónde estaban las engañosas fantasías que le habían acompañado hasta allí? Su tristeza, su arrepentimiento, fueron tan visibles, que Alicia modificó el tono de sus palabras. Tal vez no te aborrezco; pero estoy segura de que me inspiras lástima: una lástima semejante á la que siento por mí misma.
EL JUEZ. Estos escrúpulos le honran. ¡Pero después se ha desquitado usted...! ¡Las quería usted menores, picarón! ELOY. ¡Yo picarón...! ¡Usted tiene ganas de broma...! ¡Aborrezco el amor, así se trate del conyugal...! EL JUEZ. ¡Usted oculta sus intenciones, mi querido diputado! ELOY. Le repito que soy víctima de una maquinación. La culpa de todo esto la tiene la Proporcional.
5 De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. 6 Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza. 7 Y aconteció que después que habló el SE
Todo eso es pura fábula afirmó D. José María con desenfado . Aborrezco la falsedad y la jactancia, pues soy hombre que se dejaría matar antes que decir una palabra contraria a la rigurosa verdad. Por tanto, basta de fingidas diplomacias y de tratados que no han existido sino en la cabeza de usted. En estos momentos seamos soldados, y dejemos a un lado los protocolos.
Aborrezco a los hombres y quisiera amarlos, quisiera amarlos como me amo a mí mismo cuando tú me miras, Clara de mi alma. Aquí dentro hay algo bueno, algo santo, pero el sagrario en que se encierra no está guardado por ángeles, sino por diablos.
Vos sois enemigo de los que mandan, y abusan del rey, y servís al duque de Osuna, y os declaráis por la reina, por ambición, y yo aborrezco á los que vos aborrecéis y amo á los que vos amáis por venganza. ¿Sabe acaso alguien á dónde vos vais? ¿sabe alguien á dónde yo voy? ¡oh! y si alguna vez llegamos al fin de nuestro camino, juro á Dios que no han de reirse más de cuatro con los desenfados del poeta y con las desvergüenzas del bufón.
El amo no ha vuelto respondió Marina. Habrá estado velando algún enfermo dijo María ¡Tanto mejor! Me recetaría una cáfila de cosas y de remedios y yo los aborrezco. Estáis muy ronca dijo Marina. Mucho respondió María , y es preciso cuidarme. Me quedaré hoy en cama y tomaré un sudorífico. Si viene el duque, le dirás que estoy dormida. No quiero ver a nadie. Tengo la cabeza loca.
Palabra del Dia
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