Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de octubre de 2025
¡El artículo! suspiró nuestro escritor, echando mano á las cuartillas, mojando la pluma con detestable humor y echando pestes contra todos los periódicos y todos los clérigos del orbe. Pasados algunos segundos, pudo fijar sus ideas, y continuó su interrumpida obra del modo siguiente: «Meditemos.
Como en la Audiencia, en todos los balcones de la carrera, después de pasar la procesión y haber contemplado y admirado la hermosura y la valentía de la Regenta, se murmuraba ya y se encontraba inconvenientes graves en aquel «rasgo de inaudito atrevimiento». Foja en el Casino, lejos de Mesía y don Víctor, decía pestes del Magistral y la Regenta. «Todo eso es indigno.
Nos sentimos contrariados, irritados de haber, siquiera momentáneamente, tenido miedo ó pasmádonos ante ser tan baladí. Hácese preciso decir á ese guerrero que llega soplando, roncando, echando pestes: «Valiente de mentirijillas, nada encierras dentro de ti: eres más bien máscara que ser: sin base, sin fijeza de la personalidad hasta el presente sólo posees el orgullo.
Tengo para mí que si Susana fijó sus hermosos ojos en su primo, fué de tanto oír echar pestes contra ese perdido, ese pillo, ese indecente de Quilito. ¿Qué había hecho el infeliz? Susana no lo sabía; nunca consiguió saberlo. Su bondadoso corazón sufría de verle tratar así, y de escuchar todas las picardías que la madre y el padre, rencorosos, decían de la tía Casilda y del tío Pablo Aquiles.
Y más extraño aún que lo hiciera ordinariamente para decir pestes de Andalucía, y en especial de Sevilla. Siempre se sentaba a la mesa furioso, según pude observar en los días sucesivos. Generalmente su mal humor principiaba adoptando la forma irónica. Abría extraordinariamente las vocales y cerraba los ojos y alargaba los labios para dar realce gracioso a su humorismo.
Diciendo pestes del recaudador, que le oía sereno e inmutable, y echando ternos contra el Gobierno, que cobraba semejantes impuestos sin mantener en los caminos ni un soldado, volvió a su asiento y a su zarape multicolor. Allí el vehículo comenzó a dar tumbos y más tumbos. Las calles de Villaverde estaban peores que la carretera.
El general Patiño habló de una obra teatral recién estrenada con felicísimo éxito y le puso sus peros, basados principalmente en algunas escenas subidas de color. Mariana manifestó que de ningún modo iría a verla entonces. Todos convinieron en anatematizar la inmoralidad de que hoy hacen gala los autores. Se dijeron pestes del naturalismo.
Cuando me paro a meditar acerca de la virtud en grado heroico se me ocurre un pensamiento que me apesadumbra bastante. Verdad que hay aún, y seguirá habiendo de seguro, guerras civiles e internacionales, revoluciones violentas, pestes, enfermedades y otra multitud de plagas con que Dios quiere y puede probar y ejercitar nuestra paciencia.
Mientras don Procopio jugaba adentro con sus cofrades, afuera, delante del mostrador, en presencia de los compradores, se enredaban pláticas que frecuentemente se convertían en disputa. Venegas se complacía en atacar al caído Imperio; Sarmiento le defendía acalorado y lleno de brío. El republicano se ensañaba contra el Catolicismo; el médico decía pestes del partido liberal.
¡Cómo finge, cómo miente, cómo engaña! exclamé para mí ciego de rabia . ¡La ahogaría! Lord Gray se juntó después con Inés y hablaron largamente. Mi rabia, motivada por una duda cruel, era tanta, que apenas podía disimularla, hablando pestes de las Cortes ante doña María, Ostolaza y Valiente. Avanzaba la hora y doña María indicó con majestuosa gravedad el fin de la tertulia.
Palabra del Dia
Otros Mirando