United States or Senegal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y sin condición, sin promesa, sin seguridad de que dure mi dicha, me propongo gozar de ella con tan reconcentrada intensidad, que encierre y cifre yo siglos y siglos en pocas horas. Y con todo, aquí no puedo menos de hacerte la confesión que me apesadumbra por el temor de que te lastime.

Por la estrecha ventana veo un patio con el brocal de un pozo desgastado, y en las paredes, empotradas, cuatro o seis columnas con capiteles dóricos. Llegan los postres. Este silencio tétrico en este casón vetusto antiguo convento , después de esta comida intragable, me apesadumbra y enerva.

Yo no he dicho ni más ni menos que lo que repito ahora, aunque sea pesadez; pero aunque sea pesadez, ya que doña Emilia me da ocasión para ello, voy a continuar mis meditaciones estéticas, insertando aquí mi tercer artículo, que por miedo de fatigar al público permanecía inédito, y que es como sigue: Lo único que me apesadumbra y que a veces me mueve a arrepentirme de haberme puesto a tratar asunto tan complicado, es la multitud de aspectos bajo los cuales importa considerarle y la extensión que por consiguiente tengo que dar a este escrito.

Cuando me paro a meditar acerca de la virtud en grado heroico se me ocurre un pensamiento que me apesadumbra bastante. Verdad que hay aún, y seguirá habiendo de seguro, guerras civiles e internacionales, revoluciones violentas, pestes, enfermedades y otra multitud de plagas con que Dios quiere y puede probar y ejercitar nuestra paciencia.

La voz argentina de Pepita rompió el silencio, y, sacándome de mis meditaciones, dijo: ¡Qué callado y qué triste está Vd., señor D. Luis! Me apesadumbra el pensar que tal vez por culpa mía, en parte al menos, da a Vd. hoy un mal rato su padre trayéndole a estas soledades, y sacándole de otras más apartadas, donde no tendrá Vd. nada que le distraiga de sus oraciones y piadosas lecturas.

Así es. ¿En qué otra cosa puedo yo trabajar?... Lo único que me apesadumbra es la dirección de estos envíos. «Para el aviador Bachellery, prisionero en AlemaniaNo más, ¡y son tantos los prisioneros! Casi todos mis envíos deben perderse; pero alguno llegará á sus manos. ¿No crees que alguno llegará? Miguel acogió esta pregunta ansiosa con un vago gesto de conformidad.

Es una verdad, señor, que de dos ó tres años á esta parte, la señorita ha cambiado completamente. En otro tiempo era alegre como un pájaro y ahora, podría decirse, que hay algo que la apesadumbra; pero no creo, salvo mis respetos, que sea su amor por ese señor lo que la abate. Usted tampoco parece muy tierno por el señor de Bevallan, mi buen Alain. Es de una excelente nobleza, sin embargo...