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Actualizado: 24 de julio de 2025
¡Bravo, Chim! dijo Tommy, y dió unas cuanlas volteretas y un magnífico salto mortal, seguido de Mary-Zancos, que había tomado al grumete por su protector. Fué haciéndose de día. El capitán nombró a Nissen teniente piloto, aunque acordó que siguiera de timonel hasta encontrar alguien que lo sustituyera. El nuevo capitán y el teniente fueron estudiando las medidas que había que tomar.
A este muchacho se lo habían encontrado en El Dragón un día a bordo, al pasar por Santa Elena. ¿De dónde era? ¿De dónde venía? Nadie se lo preguntó. Dijo llamarse Tom, y como era pequeño, todo el mundo empezó a decirle Tommy.
El equipaje alternaba las guardias de cuatro en cuatro horas, dividiéndose en guardias de babor y estribor, y Tommy, el grumete, avisaba con campanadas cuando se tenían que renovar los de un lado y los de otro. El capitán no debía de tener mucha confianza en aquella gente, porque había tomado grandes precauciones.
Zaldumbide mismo le miró a Tom con simpatía. Tommy era un clown, un verdadero diablo. Se habia ganado la independencia, y fuera de tocar la campana para renovar las guardias, lo que hacía de la manera más escandalosa e impertinente que puede suponerse, no trabajaba nada. En cambio, educaba a nuestro perro y a la mona Mari Zancos, a la alta escuela.
Cogí las llaves, y cuando bajaba oí la voz de Tommy que, desde lo alto de una cofa, decía: ¡Hola! ¡Hola! ¡Buenos días! ¡El capitán está en una postura incómoda, eh!..., ¡Ja, ja!... Pues en la otra verga está el doctor Cornelius. Ese sí que está gracioso dando tumbos. Invitamos a Tommy a venir con nosotros, pero dijo que no, que se estaba divirtiendo mucho para meterse en un rincón.
Hay amores quiméricos, amistades salvajes, una necesidad de querer a alguien que todo un campamento de mineros siente prepotentemente al adoptar al pequeño Tommy, el hijo de una desgraciada, nacido en el abandono y en la infamia en el Roaring Camp.
Su único amigo era un gato negro, Belzebuth, con el que andaba por todas partes llevándolo en el hombro. Así como el doctor Cornelius era la bestia negra del barco, un jettator, como dicen los italianos, o un Jonas, como dicen los ingleses, Tommy, el grumete, era la mascota.
Luego, cuando el pequeño Tommy venía con un sombrero de copa hasta las orejas y la nariz pintada de encarnado, andando con los piernas para adentro; cuando imitaba al capitán y al doctor Cornelius, entonces los negros comenzaban a reír, enseñando los dientes y soltando la quijada hasta el punto de que Tommy solía empujarles la mandíbula con cuidado para que la cerraran.
Zaldumbide contaba con Tommy, que era el gracioso. Se sacaban cincuenta negros, se les ponía en círculo, y Tommy hacía saltar a Mari-Zancos, vestida de rojo, y a nuestro perro le hacía pasar por un aro.
Little Tommy hacía juegos malabares con Demóstenes, el negro, y con Chim, el malayo. Chim y Tommy representaban con frecuencia una parodia de Guillermo Tell. Chim sabía jugar con los cuchillos con una gran habilidad. Tommy se ponía delante de la puerta de la cocina con una manzana en la cabeza. Chim le tiraba un cuchillo y, después de atravesar la manzana, lo dejaba clavado en la puerta.
Palabra del Dia
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