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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Desde entonces les declaró guerra á muerte y los perseguía cruelmente á tiros cargando con mostacilla un enorme fusil de chispa que procedía de la guerra de la Independencia. Al compás de su amo, también descaecía Talín y también se agriaba su carácter. Aquel perrillo siempre gruñón y fantástico se había hecho ahora insoportable.
Sus rivalidades eran disimuladas, pero profundas. Después de enredar, con escolástica destreza, la inevitable disputa, acababan por responderse en docto y ponzoñoso latín que agriaba la reunión. Un rebullicio de colmena llenaba las cuadras. La atmósfera era densa y candente.
Irritada Isidora, manifestó que no admitía tales ideas, y ya se agriaba la cuestión, cuando abriose una puerta y apareció un señor obispo..., digo, era Riquín, el cual traía en la cabeza una gran mitra de papel, y echando la bendición graciosamente con su mano derecha, cantó en el latín más estropajoso que se ha oído jamás: Dominis vobiscum.
Una desavenencia con la Francia era para Rosas el bello ideal de su Gobierno, y no sería dado saber quién agriaba más la discusión, si M. Roger con sus reclamos, su deseo de hacer caer aquel tirano bárbaro, o Rosas, animado de su ojeriza contra los extranjeros y sus instituciones, trajes, costumbres e ideas de gobierno. «Este bloqueo decía Rosas frotándose las manos de contento y entusiasmo va a llevar mi nombre por todo el mundo, y la América me mirará como el defensor de su independencia.» Sus anticipaciones han ido más allá de lo que él podía prometerse, y sin duda que Mehemet-Alí ni Abdel-Kader gozan hoy en la tierra de una nombradía más sonada que la suya.
Allí era de oír lo siguiente: «El señor que me ha precedido en el uso de la palabra...». Y el tal preopinante no llevaba chichonera porque hoy es moda que los niños de teta usen sombrero. Las controversias de los menudos filósofos y economistas tomaban siempre un tono de acaloramiento y personalismo, que agriaba los nobles caracteres.
Estos dos eran buenos peines; habían corrido mucho mundo, y estaban sin licencias, ladrando de hambre, echados de todas las iglesias y sin encontrar amparo en parte alguna. Tal situación les agriaba el carácter, haciéndoles parecer peores de lo que eran.
Maltrana quedó anonadado por el nuevo infortunio que caía sobre él. ¿Adónde ir? Pero la nerviosidad de la desgracia, que agriaba su carácter, le hizo acoger con altivez esta contrariedad. Señor Vicente: usted es un buen hombre y no le creo capaz de tomar por sí solo tal resolución. Esto es cosa del Indio converso, que quiere monopolizarle, y tal vez de ese capellán amigo de usted...
Viendo que la cuestión se agriaba, empeñeme en romper por medio del gentío, y esto causó nueva confusión y reconvenciones. Al mismo tiempo entre los diputados sonó rumor de disgusto por lo que pasaba en la tribuna, habló el presidente imponiendo silencio a los galerios, y acallados estos un tanto, el diputado Teneyro tomó la palabra.
Harto más se admiró al convencerse de que la inusitada dulzura con que su madre la había tratado en París, y que ella tomó por disfraz de añejas y naturales esquiveces, antes crecía que se agriaba en las intimidades de la vida doméstica; y todavía fue mayor su asombro cuando supo, por testimonios fidedignos, que la modificación genial de la marquesa, en lo referente a este grave punto, databa de la misma fecha que los achaques. ¿Cómo lo que de ordinario sirve para exacerbar los humores y despertar las impertinencias, y hace inaguantables a las gentes que son desabridas por naturaleza, había producido en aquel ejemplar el efecto contrario?
El yugo que un hombre se crea con sus malas acciones, engendra el odio en las mayores naturalezas, y el alegre y afectuoso Godfrey Cass se agriaba rápidamente. Crueles tentaciones lo asediaban, pareciendo entrar y salir en su corazón como demonios que habían encontrado en él alojamiento preparado. ¿Qué iba a hacer aquella tarde para pasar el tiempo?
Palabra del Dia
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