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Actualizado: 15 de septiembre de 2024
La contesté: «¡Una que la odia a usted!» Y la odiaba porque desde el primer instante la había notado distinta de mí; había visto que era de otra casta, de otra raza, de otra alma, porque todas sus ideas, todos sus sentimientos eran opuestos a los míos; porque me disputaba aquel hombre. Yo no quería, no, conseguir para mí el amor de Alejo Zakunine, sino devolver su esfuerzo a la obra común.
Don Saturno, cortado y sospechando algo del motivo de aquella inesperada oposición, se contentó con inclinarse a lo Magistral y torcer la boca y las cejas de una manera inventada por él mismo frente al espejo. Quería aquello decir que un Bermúdez no disputaba con señoras. Sólo contestó: Señora... yo no profano nada.... El Arte....
En una de las mesas próximas había un grupo de individuos que tenían facha de matuteros o cosa tal. A la derecha veíanse dos cursis acompañadas de una buscona y obsequiadas por un señor que les decía mil tonterías empalagosas; enfrente una trinca en que se disputaba acerca de Lagartijo y Frascuelo, con voces destempladas y manotazos.
Delante iban las atlotas de traje dominguero, con pañuelos rojos o blancos y faldas verdes, brillando al sol sus grandes cadenas de oro. Junto a ellas caminaban los pretendientes, escolta tenaz y hostil que se disputaba una mirada o una palabra de preferencia, asediando varios a la vez a la misma moza.
En aquel momento por las vueltas y revueltas del río, hablábase de su rectificacion y naturalmente de los trabajos de las Obras del Puerto. Ben Zayb, el escritor que tenía cara de fraile, disputaba con un joven religioso que á su vez tenía cara de artillero.
La planchadora se complacía en tenerle horas enteras abanicándola mientras trabajaba, en obligarle a dar lustre a sus zapatos y en general en proporcionarle todos los oficios de un consumado negrito. Pero él los desempeñaba con gusto; después de todo, era el favorito y nadie le disputaba este título.
Pasaban por un domicilio que era taller de zapatería, y los golpazos que los zapateros daban a la suela, unidos a sus cantorrios, hacían una algazara de mil demonios. Más allá sonaba el convulsivo tiquitique de una máquina de coser, y acudían a las ventanas bustos y caras de mujeres curiosas. Por aquí se veía un enfermo tendido en un camastro, más allá un matrimonio que disputaba a gritos.
Estas dos señoras, siguiendo su costumbre, se entendían perfectamente, celebrando cada una á su turno, como dos pastores de una égloga, los incomparables encantos de la riqueza, en un lenguaje en que la distinción de la forma disputaba á la elevación del pensamiento.
Se discutió si el Ayuntamiento disputaba o no con suficiente energía al Obispo la administración del cementerio. En tanto subían y bajaban amigas y amigos, curas y legos que iban a ver al enfermo o a su hija. Don Pompeyo había hecho llevar a Celestina a su cuarto y allí recibía la beata a sus correligionarias y a los sacerdotes que venían a consolarla.
A los siete años comenzó a rumiar el latín, dominándole rápidamente, como si en su vida no hubiese hablado otra cosa; a los diez disputaba con los clérigos que frecuentaban el jardín, los cuales se gozaban en oponerle objeciones y dificultades. El señor Esteban, cada vez más encorvado y débil, sonreía satisfecho ante su última obra. ¡Iba a ser la gloria de la casa!
Palabra del Dia
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