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Actualizado: 12 de junio de 2025


Luego, esta seguridad, que colocaba á su hijo al margen de la guerra, era su tormento. Envidió la época en que arrostraba el peligro diariamente, pero con libertad. Los periódicos hablaban de las miserias de los prisioneros, de su hacinamiento en fétidos barracones, del hambre que sufrían. La vida de comodidades de la madre resultó un continuo remordimiento.

Las razones que tenía para oponerse a él, eran «obvias». Por una parte, los vientos del Sudoeste, reinantes la mayor parte del año, que arrastraban consigo fétidos miasmas, etc., etcétera. Por otra parte, la dificultad de hallar terreno firme para la cimentación, lo cual originaría un gasto excesivo, etc., etc. Por otra, la necesidad de penetrar en la población con las reses, etc., etc.

Otras veces dijo dulcemente Elena, inclinada hacia los fétidos harapos, recuerda usted el tiempo en que se le enseñaba esta hermosa oración: «Dios mío, perdónanos, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendidoLa Briffarde volvió hacia ella aquellos ojos que se apagaban, y sus facciones contraídas tomaron una expresión de paz.

2.º En los sudores fétidos de los piés en personas escrofulosas, y en la alopecia que sobreviene despues de las fiebres graves: usado al esterior, en pomada, es un buen auxiliar del mismo administrado al interior. 3.º En algunos dolores reumáticos, aun en el tic doloroso de la cara, en el lumbago con rigidez muscular, en personas cacoquímicas.

Las afecciones de los tejidos radican sobre los vasos y gánglios linfáticos, principalmente en el cuello; hay erupciones húmedas en la cabeza detrás de las orejas, en el periné, con inflamacion crónica de los párpados y de la conjuntiva, y sudores fétidos en los piés. § III. Efectos terapéuticos. Los efectos terapéuticos emanan de los cuadros sintomáticos que preceden.

Y el amontonamiento de estos infelices exhalaba un olor agrio, de sudor de hambriento, de ropa adherida al cuerpo durante meses, de alientos fétidos: toda la respiración apestante de la miseria. Las mujeres aun ofrecían un aspecto más doloroso. Unas eran gitanas, viejas y horribles como brujas, con la piel tostada y cobriza que parecía haber pasado por el fuego de todos los aquelarres.

Los sudores fétidos de los piés y el oleaginoso de las palmas de las manos son del dominio de calcarea, del mismo modo que las orinas sedimentosas que se descomponen fácilmente, y la ozena, considerada como vicio de secrecion.

Aquellos formidables saurios, creyendo que hasta la chalupa era una presa propia para tragársela, se atropellaban unos a otros para llegar primero. Sus hálitos, calientes y fétidos, llegaban hasta los desgraciados náufragos. Estos, aunque aterrorizados, no perdieron la calma.

Palabra del Dia

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