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Actualizado: 9 de julio de 2025
Ya sé yo que tu jovialidad encubre una inteligencia sesuda y grave y que tras de tu frivolidad aparente escóndese un carácter más prudente y razonable que el nuestro. Habla, pues, sin recelo, máxime si, como supongo, vienes a hablarme de mi hija... Sí, tío, precisamente vengo a hablarle a usted de Magdalena. ¿Y qué tienes que decirme?
Bien vienes, Roger, dijo alborozado apenas divisó al joven. Confieso que no soy muy fuerte en achaques de escritura, y aquí me tienes sudando para contar á mi señora la baronesa muchas cosas que quiero decirle, con unos garabatos que se empeñan en no salir derechos y que no los entenderá ella, ni tú, ni yo mismo.
No podías llegar más á tiempo. ¿Y los amigos de Zaragoza? ¿Pero de dónde vienes? ... ¿Y el club ... y nuestro club? ... Ya sabes que nos lo disolvieron. Hace seis meses que estoy en Ateca. ¿Y estarás mucho aquí? Siempre! Bien. Aquí la juventud, la vida. Y si he de decirte la verdad ... hacemos falta. Sí ... ¿oh?
Vienes a visitarme, ¡qué amable! pues, haremos los honores, como corresponde... Esta es mí casa: ¿ves ese caño maestro? ahí tengo el dormitorio; bien tapado por un extremo, echo el poncho y duermo dentro muy abrigado y a gusto; el otro, más pequeño, me sirve de despensa... mi lavabo está enfrente: el río, con agua limpita y fresca... y nada más, no necesito más... hasta chimenea tengo: el sol, de día, y de noche no me faltan ramas secas para hacer una hoguera.
Un dia del año 871 estaba el Amir en su cámara entretenido con un esclavillo muy lindo y gracioso que tenia sobre sus rodillas. Era un dia cubierto de pardas nubes, con gran tempestad de truenos y relámpagos. El katib Abdallah ben Aasim entró para despachar, y el rey le pregunta: ¿á qué vienes en semejante dia? ¿qué podemos hacer hoy?
Al llegar a ella Elena subió a sus habitaciones. Núñez la siguió. ¿No has recibido mi carta? le preguntó rudamente así que puso el pie en su saloncito. Las malas noticias llegan siempre respondió Núñez. Entonces, ¿qué vienes a hacer aquí? A buscar una explicación. Tu cartita tiene más clara la letra que el espíritu. No te ofenderás si te digo que nunca serás la émula de madama de Sevigné.
Por lo menos así lo deseo, respondió éste, conmovido ante la cariñosa acogida de sus amigos. ¡Bravo, muchacho! Juntos iremos los tres á la guerra, y que el diablo se lleve la veleta del convento de Belmonte. Pero ¿dónde te has metido, que vienes de barro hasta las rodillas?
La de Candore, que no quitaba los ojos de su hijo, notó su visible turbación y su frente se arrugó con un fruncimiento imperceptible. ¿Vas a acompañar a Blanca, hermano? Ciertamente, querida Hermancia. ¿Vienes, pequeña? Blanca presentó la frente a su madre y dijo a Raúl amenazándole con el dedo: A ti no te doy un beso.
Con ligereza se escapó Juanita sin que don Andrés la tocara, y se puso en la calle de un brinco. Don Andrés la siguió. Déjeme en paz vuecencia dijo ella ; no sea pesado, no sea imprudente. Mire que puede salirle mal este juego. ¡Hola, hola! ¿Te me vienes con amenazas? No son amenazas, son advertencias amistosas, señor don Andrés.
Lo merece, hijo, lo merece. Ya tendrá novio, ¿verdad, tía Pepa? O, por lo menos, sus amartelados.... ¿Qué? ¿qué dices? Que ya tendrá novio.... ¿Novio Angelina? ¡Por Dios, Rorró! ¡Qué otro vienes! Y en tono dulce y suplicante agregó: ¡Ay!, ¡Rorró! ¡No hagas malos juicios de las personas!... En aquellos momentos llegó la joven.
Palabra del Dia
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