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Actualizado: 9 de noviembre de 2025


¿Vienes de las Cortes, Vejarruco? preguntó D. Diego a uno de ellos. ... y qué borrasca han armado allí con el papé de Lardizábal. Toos, toos son unos pillos exclamó Lombrijón . ¡Qué gomitaeras tenía aquel diputao alto, berrendo, querencioso, y qué cosas les dijo cuando le dio aquel súpito, engrimpolándose too!... ¿Qué entiendes de eso, Lombrijón?... Si lo que dijo fue que el puebro...

Aquí serás mi amigo, lo mismo que en Madrid me dijo entrando juntos en la sala de juego . Si estás en la Isla, te visitaré. Quiero que vengas a las tertulias de mi casa. Dime, cuando vienes a Cádiz, ¿paras aquí en casa de la condesa? Suelo venir aquí. ¿Sabes que mi parienta aprecia la lealtad de los que fueron sus pajes?... Ya sabrás que de esta me caso. La condesa me lo ha dicho.

Lo encontró al vasco francés desnudo de medio cuerpo arriba en la boca del horno. Oye, Bautista le dijo. ¿Qué pasa? Te tengo que hablar. Te escucho dijo el francés mientras maniobraba con la pala. ¿A ti te gusta la Iñasi, mi hermana? ¡Hombre!... . ¡Qué pregunta! exclamó Bautista .¿Para eso vienes a verme? ¿Te casarías con ella? Si tuviera dinero para establecerme ya lo creo.

A Ricardo le digo siempre: «Mira, esto lo dice Marianela por las de Fulano, y estotro por las de Zutano, etcDe manera que, ante mi marido, yo vengo a poner ilustraciones en el texto. Si estuvieras aquí ¡cuánto nos reiríamos! ¿Por qué no vienes a pasar unos días?

El acaso y el error. Celos, aun del aire, matan. Andrómeda y Perseo. El alcalde de Zalamea. La banda y la flor. Con quien vengo, vengo. El alcaide de mismo. El carro del cielo. De una causa dos efectos. Bien vengas, mal, si vienes solo. Certamen de amor y celos. Los cabellos de Absalón.

Hace una semana, hijita, que estoy trabajando como una negra, preparándolo todo, y nunca se acaba. Las modistas se han demorado, y, por fin ¡ay, gracias a Dios! hoy han traído lo que faltaba. ¡Pues no llevas poco equipaje! Catorce baúles y veinte cajas. No se puede meter todo en menos espacio. Vienes admirablemente, Marianela, con una oportunidad que... ¡ni que te hubiera llamado, hijita!

debes ayudarme, y en ti confío; te necesito, Salvador; ¿estás pronto, hijo, a valerme? ¿Yo, señor?... Yo siempre estoy pronto a lo que usted mande. ¿Acaso mi vida no le pertenece a usted? ¡Oh, muchacho, qué cosas dices! Tu vida le pertenece a la humanidad, a la ciencia; le pertenece a la juventud, a la dicha.... vienes ahora, Salvador, yo me voy; me voy temprano.... ¡he vivido tan de prisa!

Salía el coche para Cebre tan de madrugada, que no se veía casi; hacía un frío cruel, y Nucha, acurrucada en el rincón del incómodo vehículo, se llevaba a menudo el pañuelo a los ojos, por lo cual su marido la interpeló con poca blandura: ¿Parece que vienes de mala gana conmigo?

Tu no has podido tentarme ni enganarme un momento: ?porque vienes a buscar una presa que jamas te pertenecera? Me he perdido a mi mismo, y sere mi propio verdugo. iAy! vuestra frente se pone palida, vuestros labios pierden el color, vuestro corazon esta oprimido, y vuestros acentos salen con un sonido ronco de vuestro pecho palpitante.

La muchacha intentó detenerse. ¿Adónde iban por allí? Pero Isidro la empujó con dulzura. Echa para adelante; vienes conmigo, que te respeto y soy un caballero. No vamos a pasearnos por una calle donde tantos nos conocen: nos sería imposible hablar. Siguieron un camino entre los sembrados, ennegrecido por la carbonilla de una fábrica cercana. Feli continuó el joven , era preciso que hablásemos.

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