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Actualizado: 8 de junio de 2025


Lo encontró al vasco francés desnudo de medio cuerpo arriba en la boca del horno. Oye, Bautista le dijo. ¿Qué pasa? Te tengo que hablar. Te escucho dijo el francés mientras maniobraba con la pala. ¿A ti te gusta la Iñasi, mi hermana? ¡Hombre!... . ¡Qué pregunta! exclamó Bautista .¿Para eso vienes a verme? ¿Te casarías con ella? Si tuviera dinero para establecerme ya lo creo.

Yo tenía algunos años más que mi hermana, y me dejó en su casa con el propósito de establecerme un día a su capricho. »Relataré brevemente cuanto sucedió durante mis primeros años. Separada de mi hermana, a quien no veía nunca, y encerrada en un lúgubre pero magnífico castillo cuyo circuito no podía traspasar, fui criada en el temor de Dios y de mi tío, cuyo aspecto y cuya voz me hacían temblar.

No veo cómo me sería posible hacerlo ahora, mi padre. No querréis establecerme en una de vuestras granjas, supongo, y no creo que ella consintiera en venir a vivir en esta casa junto con todos mis hermanos. Aquí se lleva una vida muy distinta de aquella a que está acostumbrada. ¿Que no consentiría en venir a vivir en esta casa? No me digáis eso.

Esto que es vivir. Nunca me cansaré de mirarla, aunque viva mil años. ¡Qué bien he hecho en establecerme aquí... y qué gran cosa es el amor!

Más de quince días hace que me encuentro aquí; fue el 7 de julio el día que vine a establecerme; mi esposo ha estado en la ciudad con Cecilia. Los primeros días creí disgustarme porque no experimentaba el placer ordinario que siento cuando estoy en el campo, pero desde que vine, he ido acostumbrándome poco a poco y me encuentro ya muy bien.

Entonces decidí dar una vuelta por provincias haciendo tarjetas heráldicas... Y ahora, cuando vuelva a Madrid, trataré de establecerme en otra parte. El viejo tose y vuelve a toser, encorvándose, poniéndose la mano delante de la boca. Después, cuando ha acabado de comer lo que le han traído, saca una petaca y trata de hacer un cigarro. Pero Sarrió no le deja.

«Yo no juego replicó Benina : no tengo cuartos. Yo dijo el marroquí : dar vos una pieseta. Y la señora, ¿por qué no juega? Mañana sale. Seremos ricas, ricachonas en efetivo dijo la Diega . Yo, si me la saco, San Antonio me oiga, volveré a establecerme en la calle de la Sierpe. Allí te conocí, Almudena. ¿Te acuerdas? No mi cuerda, no... Vos conocisteis en Mediodía Chica, por la casa de atrás.

Yo creo, señores, que entonces pillé para el resto de mis días esta enfermedad del estómago, que terminará conmigo... Acabé por establecerme, y poseo mi depósito en la calle Alsina, ya saben ustedes dónde; uno de los mejores depósitos al por mayor de ropa fina para señoras; y tengo clientes en toda la República y trescientas muchachas trabajando en los talleres.

Te aseguro, que me dan ganas, por ejemplo, de clavarle un puñal... Cierto que me ofreció lo que yo quisiera para establecerme... pero no quise tomar nada de aquellas manos. ¡Monstruo! Cuando le dio al primo Pepe el dinero para la gran tienda, puso por condición que me había de colocar al frente de las labores... Pero no se lo agradezco, palabra de honor, no se lo agradezco...

De perlas le pareció también todo esto. «A ello y cuanto antes», me decía por conclusión de una carta recibida por precisamente el día en que entregaba la llave de mi casa a su propietario para establecerme en la fonda. Recuerdo muy bien estos particulares, porque no contribuyeron poco a sostener mi firmeza en aquellos días críticos en que tan de temer eran las vacilaciones.

Palabra del Dia

rigoleto

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