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¡Jesús! ¡qué vicio más feo! mira, si se te ocurre presentarte aquí de esa manera, te haré dar cuatro escobazos por Pampa y llamaré al vigilante. Agapo seguía comiendo, sin hacer mayor caso de la amenaza.

Desde que se rescató el Santa Ana no habíamos visto al joven Malespina. Por último, después de buscarle mucho, le encontré acurrucado en uno de los canapés de la cámara. Acerqueme a él y le vi muy demudado; le interrogué y no pudo contestarme. Quiso levantarse y volvió a caer sin aliento. «¡Está usted herido! dije : Llamaré para que le curen.

Allí, según noticias, se trabaja mucho, ¡mucho!... Usted no tiene costumbre de matarse así, de sol a sol, como un gañán. Aquí está usted mejor; tiene usted tiempo libre para todo.... ¡Hasta para hacer versos! ¡Bien! ¡Bien! ¿Y cuándo se va usted? Dentro de quince días. ¡Eso está malo, malísimo! ¡Bien! Se irá usted cuando guste. Hoy mismo llamaré al sustituto. ¡Queda usted libre desde hoy!

Pues bien: esa modificación que el artista más apegado a lo real hace sufrir a los objetos exteriores, por medio de los dos procedimientos que llamaré de intensidad y de extensión, arranca de la realidad material esos objetos, y les imprime el sello de otra realidad más alta, de otra verdad más profunda; en una palabra, los vuelve a crear, los idealiza.

Hágase tu voluntad, hija mía... Ahora, déjame un momento a solas para que entre Amaury, que también parece que tiene que decirme algo importante. Ya te llamaré después. Y el doctor despidió a su sobrina estampando un prolongado beso en su frente virginal. Así que salió Antoñita, el señor de Avrigny llamó a Amaury en voz alta.

El silencio se hacía embarazoso. Misia Casilda dijo, mirando a Susana: ¿Esta es la mayor, Gregoria? contestó la de Esteven, la mayor. Y a Angelita, ¿no la conoce usted, tía Silda? intervino la niña, viendo que el silencio volvía. La conozco, , de vista. La llamaré... Déjala; no quiero molestarla. Voy a llamarla. Y escapó. Las dos hermanas, solas ya, mirábanse de reojo.

Saliendo del recinto de la ciudad todo cambia de aspecto: el hombre de campo lleva otro traje, que llamaré americano por ser común a todos los pueblos; sus hábitos de vida son diversos, sus necesidades peculiares y limitadas; parecen dos sociedades distintas, dos pueblos extraños uno de otro.

Luego, volviéndose hacia Juan y tendiéndole la mano: ¿Cómo estáis, señor... señor... ¡bueno!... ya no me acuerdo de vuestro nombre, y, sin embargo, me parece que somos amigos antiguos... ¿señor?... Juan Reynaud. Juan Reynaud... eso es. ¡Buenas tardes, señor Reynaud! Pero lealmente os prevengo que cuando en realidad seamos antiguos amigos, os llamaré señor Juan. Es un nombre muy lindo Juan.

Fácil es comprender que no busco á ese viejo, cuyo trato aleja en vez de atraer á las personas. ¿Pero qué quiere decir? ¿á qué viene usted? le preguntó Clara con ligera expresión de alarma. Estoy sola, váyase usted. Por lo mismo no me voy. Si usted no se va, llamaré, gritaré, dijo Clara, resuelta sin duda á hacer lo que decía.

¿A que la hago? ¿A que no te vienes conmigo a San Ginés? A que . Levantose para tirar de la campanilla. «Necesito verlo para creerlo dijo Guillermina, echando de sus ojos chispazos de alegría . Deja, yo llamaré a Tomás. El pobre chico no se habrá levantado todavía». Creo que ... ¡Tom!... Yo te haré el ... Vamos, vete vistiendo.